Además, Javier Rodríguez, cansado de poner dinero de su bolsillo en los últimos ejercicios, amenazó la semana pasada con no inscribir al club en la máxima categoría si las instituciones públicas o el empresariado vigués no respaldan al Octavio, que tendrá que hacer frente a un aval de más de 100.000 euros para ingresar en la Asobal.
Por eso, como ya reconoció el máximo dirigente gallego, éste puede ser el ascenso «más triste» de un club que, al igual que la mayoría del balonmano español, vive momentos de incertidumbre por la falta de ayudas económicas.