Una china en el zapato de Vettel

mariluz ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Hamilton ganó en Shanghái por delante del alemán y de Webber, y Alonso acabó séptimo

18 abr 2011 . Actualizado a las 11:18 h.

Benditos malvados. El año pasado un patrocinador de McLaren bautizó con estas dos palabras una campaña publicitaria que explotaba el papel de villano de Lewis Hamilton. El coche del británico emergía del asfalto como el tiburón de Spielberg. «Cuanto mejor es el malo, mejor es la película», rezaba el eslogan. Hamilton quiere ser también el malo del 2011. El chico impetuoso que amenaza al sonriente niño bonito de Red Bull. Con su victoria en Shanghái, ha roto el encantamiento, la racha de victorias de Sebastian Vettel. Y se ha convertido en la china en el zapato del campeón.

A la espera de la reacción de Ferrari, McLaren es la sal del Mundial. Felipe Massa, que firmó una gran carrera, solo pudo ser sexto. Y Fernando Alonso, superado por su compañero en el arranque, concluyó séptimo. En China la escudería italiana se equivocó al realizar solo dos paradas y sigue viajando en el segundo furgón del campeonato. En el primero continúan Red Bull y el equipo de Woking, aunque ayer también se unió Nico Rosberg (Mercedes).

En la salida los McLaren arrojaron a Vettel de su paraíso. Lo adelantaron y el alemán tuvo que bajar el terreno de los mortales, con sus adelantamientos y su estrategia. Aunque en la primera parada, le sonrió la fortuna. Entró en la misma vuelta que Button y el británico se detuvo en el taller de Red Bull ante la mirada atónica de los mecánicos, que lo invitaron a seguir hasta el de McLaren, situado justo a continuación. Increíble en un campeón del mundo. Button dijo que se había despistado porque estaba realizando unos ajustes en el volante. En esa confusión, Vettel le robó la posición a su rival.

Estrategia de tres paradas

Pero en la siguiente visita a boxes el camino de los aspirantes a la victoria se bifurcó. Los McLaren y Rosberg acudieron antes a talleres en las vueltas 25 y 26. Iban a tres paradas. Vettel y Ferrari optaban por dos. La pista se iba cubriendo de goma, dándole la razón a los primeros, que con ruedas frescas, se dedicaron a recoger cadáveres. Hamilton fue fiel a si mísmo. Por radio le pidieron calma. Pero firmó adelantamientos soberbios. A Button. A Rosberg. A Vettel. Arriesgó y ganó.

Aunque el gran salto fue para Webber. Remontó desde el puesto 18 hasta el podio. Salió con neumáticos duros y realizó tres paradas. Alcanzó la tercera posición en la penúltima vuelta al adelantar a Button.

Hamilton celebró el triunfo con emoción, como si fuera el primero. Estuvo a punto de no tomar la salida por una avería en la toma de aire del motor del coche. Pero se incorporó en el último instante. Nunca hay que dar por muerto a un buen villano.