El año de Rose y Griffin

J. m. f. redacción / la voz

DEPORTES

15 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Los Bulls han vuelto. Trece años después de que Michael Jordan les diera su sexto título en compañía de Phil Jackson, Chicago vuelve a optar al anillo. 62 victorias, en la línea que separa a los buenos equipos de los grandes. No es un récord, pero pasar de 41 a 62 en doce meses es un aval suficiente para que el United Center vuelva a abarrotarse como en los tiempos del más grande.

Michael Jordan celebraba el sexto anillo cuando Derrick Rose, con apenas nueve años, sobrevivía en el conflictivo Englewood, a apenas unos cientos de metros del United Center, en una humilde familia, al lado de tres hermanos mayores que, ante la ausencia de padre, ejercieron de tutores y bajo el cobijo de su madre y su abuela. Horas y horas de baloncesto en los playgrounds de Murray Park. Y es que los Bulls encontraron al heredero en su propia casa con la sabia elección de Derrick Rose en el 2008, el primer base desde que fue elegido Allen Iverson (1996) que lideró un draft de la NBA.

Mejor novato en el 2009, Rose formó parte del equipo de las estrellas del Este en el 2010, estuvo con la selección de Estados Unidos en el Mundial de Turquía (2010) y el pasado mes de febrero fue el primer jugador de los Bulls desde 1998 que conseguía ser titular en un partido de las estrellas. A sus 22 años, tras liderar a los Bulls, ser el séptimo anotador de la Liga (25 puntos) y el décimo mejor pasador (7,7 asistencias) es el principal candidato a jugador más valioso de la Liga. Incluso LeBron James acaba de bendecir esa elección, como antes hizo el propio Michael Jordan.

Si Derrick Rose es la gasolina que alimenta el sueño de los jóvenes Bulls, el secreto descansa en Tom Thibodeau, un debutante de 53 años como primer entrenador en la NBA. Thibodeau estaba considerado como uno de los grandes gurús del juego defensivo, una leyenda forjada al lado de mitos como Jerry Tarkanian o John Lucas, que ejerció como mano derecha de Jeff Van Gundy en los Knicks y en los Rockets, y de Doc Rivers en los Celtics que amargaron la final del 2008 a los Lakers de Pau Gasol. Thibodeau apuesta por un colectivo en el que la referencia es Rose, el refuerzo Carlos Boozer y los complementos Joakim Noah -hijo del mítico tenista francés- o Lou Deng.

Un ciclón de 208 centímetros

En su tercera temporada en la NBA, Rose no ha hecho más que confirmar una progresión admirable, la calidad al servicio del equipo, pero el ciclón que ha revolucionado la Liga ha sido Blake Griffin (Clippers de Los Ángeles), un portento físico ausente de los play off porque, entre otras cosas, los Clippers parecen condenados a levantar proyectos efímeros, edificios inconsistentes, aunque puedan alardear de tener al jugador más explosivo que ha llegado a la NBA en la última década.

Tras pasar en blanco toda la campaña pasada por una grave lesión de rodilla, Griffin será el rookie del año, el novato capaz de firmar 62 doble dobles en 82 partidos, de colarse como el cuarto jugador más eficiente de la Liga, cuarto reboteador (12,1) y duodécimo anotador (22,4). Una fuerza de la naturaleza de 208 centímetros y 114 kilos que ganó el concurso de mates más espectacular del siglo XXI. Con 22 años recién cumplidos, a Blake Griffin lo espera una larga trayectoria por delante. Por ahora debe conformarse con ser el mejor novato del año. No es poco.