El día a día de la gran promesa gallega

Alexandre Centeno Ramón Leiro REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

Seis horas de entrenamiento y cinco de estudio ocupan una jornada de Beatriz Gómez, la joven nadadora pontevedresa que se postula como la sucesora de Mireia Belmonte

08 dic 2010 . Actualizado a las 11:56 h.

Son las siete de la mañana y suena el despertador de Beatriz Gómez. La joven nadadora gallega que se postula como la sucesora de Mireia Belmonte inicia una de sus habituales jornadas. Por delante, quince horas y media hasta que vuelva a dormirse. En medio, clases, comida, entrenamientos y diversión mínima. Es el peaje que hay que pagar para, con solo quince años, ser subcampeona europea juvenil y cuarta absoluta, amén de plata en los nacionales absolutos.

Un buen desayuno y pistoletazo de salida hacia el Centro Galego de Tecnificación Deportiva, en donde se encuentra el instituto en el que cursa primero de bachillerato. Como ella es de Pontevedra, duerme en casa, aunque el resto del día lo pasa allí. Sus entrenamientos y continuos viajes le condicionan mucho los estudios, pero es aplicada y saca buenas notas. «Cuando paso días o semanas sin ir a clase, a la vuelta trato de recuperar. Para ello me ayuda mucho Laura Gil, mi compañera de clase», expresa con agradecimiento hacia la piragüista de Aldán.

La jornada lectiva se prolonga hasta las dos y veinte, pero los lunes, miércoles y viernes, los estudiantes del centro paran dos horas (de diez y media a doce y media) para entrenarse. «A estas dos horas matinales, hay que añadir cuatro más cada tarde [de cuatro a ocho]. Esas, todos los días». Aunque la mayor parte del tiempo de preparación es en piscina, los técnicos del CGTD (José Rivera y Émerson Ramírez) también trabajan con ella fuera.

Come en el CGTD

Bea almuerza a diario con sus compañeros en el centro de tecnificación, algo que le ha servido para ampliar sus gustos. «Allí comes muy sano, y a mí no me gustaba comer tan sano. Pero me he acostumbrado y, bueno, ahora lo llevo mejor», reconoce. Como deportista de élite que ya es debe controlar su dieta y su peso, lo que no quita que lo que más le gusta saborear después de las competiciones sea «un helado de kit-kat con caramelo en el McDonalds».

Desde las ocho que concluye los entrenamientos hasta las diez y media, hora a la que habitualmente se acuesta, la joven nadadora aprovecha para «hacer los deberes y, alguna vez leer algo, porque me encanta, pero realmente no tengo tiempo para nada». Así finalizan sus largas jornadas, en las que persigue un sueño: «Ser la mejor».