Artechenbauer y sus goles al Betis

Jenaro Lorente

DEPORTES

13 oct 2010 . Actualizado a las 15:11 h.

El 6 de noviembre de 1983 llovía con fuerza en Madrid y sobre el Vicente Calderón. Esa tarde el Atlético sometía a examen, contra el Betis, su verdadera propuesta para la campaña. Se disputaba un partido en el que estaban en juego sus opciones de engancharse a los puestos europeos.

El cielo había escupido agua durante toda la jornada y el césped del «Manzanares» estaba embarrado, preparado para un combate épico, a la antigua, en el que los jugadores terminan con las camisetas empapadas de barro, sin que se les pueda atisbar los dorsales.

Y allí estaba «Artechenbauer», como cariñosamente le llamaban los aficionados rojiblancos. El «algarrobo» era un central ejemplar. Un defensa todo corazón que se dejaba la vida en cada partido por los colores que amaba. Una persona honrada, que decía siempre lo que sentía.

Por eso, pronto se hizo un hueco entre la hinchada rojiblanca, a pesar de sus limitaciones técnicas. No importaba. Arteche se dejaba la piel y encarnaba la furia dentro de un terreno de juego. Esos valores que, quizá, hayan caído ahora algo en desuso.

Y esa tarde estaba Arteche para hacer alarde de ellos. Comenzó marcando Pedraza el 1-0, pero pronto se torcieron las cosas para los locales. Paco y Rincón voltearon el marcador para el Betis antes del descanso y ya en el segundo acto, Parra hacía el 1-3.

Faltaban 40 minutos y se presagiaba que el Atlético concluiría como el día, gris y lluvioso. Sin embargo, en el minuto 55 el alemán Votava acortó distancias (2-3) y llevó la esperanza a la grada gris de hormigón del viejo Calderón.

Y apareció Artechenbauer para anotar dos goles. El empate a tres en el minuto 85 y cuatro después el 4-3, de cabeza, a la desesperada, a la salida de un corner. Un remate de garra debajo de la lluvia. Una estampa inolvidable. Arteche empapado y retorcido de alegría y de dolor por la lesión sufrida tras el tremendo esfuerzo.

En la caída, después de anotar, Arteche se rompió el menisco.

Abandonó el césped en camilla, pero en medio de una conmovedora ovación. Una escena que los rojiblancos evocarán siempre. Y Arteche también.

Ese era Arteche. Todo corazón y Atlético por los cuatro costados, a pesar de sus diferencias con Jesús Gil, que llegó a despedirle.

En junio de 1988, el polémico ex presidente anunció la suspensión de empleo y sueldo de Landáburu, Arteche, Quique Ramos y Quique Setién. Fue el inicio de sus encontronazos con Gil, que desembocaron en un largo proceso judicial que terminó ganando el jugador, al que se le reconoció el despido improcedente.

Aún así, el triste episodio no mermó el cariño de Arteche por el Atlético, club en el que militó de 1978 a 1988, después de haber despuntado en el Racing de Santander.

En el club madrileño jugó 421 partidos oficiales y logró 28 goles. El bravo jugador vistió, además, en cuatro ocasiones la camiseta de la selección española, con la que debutó el 12 de noviembre de 1986 en partido de clasificación para la Eurocopa de 1988. Llegó a disputar otros tres encuentros más y anotó un tanto ante Albania.

Arteche jugó con el Atlético la final de la Recopa en Lyon (1986) y ganó la Copa del Rey y la Supercopa de España un año antes (1985).

Pero, sobre todo, venció el corazón de los rojiblancos.

Artechenbauer y sus goles al Betis permanecerán siempre.