Las cuentas pendientes del Dépor con Mourinho

EFE

DEPORTES

Hace seis años el técnico portugués frustró el sueño coruñés de llegar a una final de la Champions.

29 sep 2010 . Actualizado a las 16:17 h.

El 4 de mayo de 2004, hace seis años y casi cinco meses, el técnico portugués José Mourinho, entonces al frente del Oporto, se cargó las ilusiones del Deportivo en las semifinales de la Liga de Campeones, un tropiezo que bajó al equipo coruñés a la tierra y subió al entrenador luso, con el que los blanquiazules se citan el próximo domingo en el Santiago Bernabéu, al olimpo.

Aquel Deportivo de figuras, que esa misma temporada había hecho el ridículo ante el Mónaco (8-3) en la liguilla de la competición y protagonizó una épica ante el Milan, se estrelló con el Oporto y su sueño de estar en la final de la máxima competición continental se fue a pique.

El equipo portugués doblegó al equipo que había sorprendido a todo el continente en los cuartos de final de la Liga de Campeones, cuando obró el milagro en Riazor ante el Milan, que defendía campeonato.

Los blanquiazules, que habían caído 4-1 en el encuentro de ida con los italianos, se levantaron en el choque de vuelta, en Riazor, con el 4-0 que dio la vuelta al mundo.

Junto al Deportivo y el Oporto, Chelsea y Mónaco llegaron a semifinales; el resto de los favoritos habían quedado ya por el camino y los coruñeses, tras la paliza al Milan, habían ganado muchos enteros para llevarse el título europeo.

Pero el equipo entrenado entonces por Javier Irureta empató sin goles en el encuentro de ida, disputado en Oporto, y en el choque de vuelta, en Riazor, el punto fatídico, el penalti, como en aquella liga de 1993-94 frustrada desde los once metros y que fue a parar a Barcelona, volvió a cruzarse en la historia del Deportivo.

En Oporto, el Deportivo perdió la oportunidad de encarrilar la eliminatoria y además se quedó sin el portugués Jorge Andrade, que se autoexpulsó tras una patada cariñosa a su amigo Deco, que estaba tendido en el césped del estadio del Dragao.

Sin el central luso, referente en la zaga, y sin Mauro Silva, Irureta alineó en el choque de vuelta a Molina, Manuel Pablo, César, Naybet, Romero, Duscher, Sergio (Diego Tristan; min. 66), Víctor (Scaloni; min. 54), Valerón, Luque (Fran; min. 71) y Pandiani.

Mourinho advirtió la víspera del partido que veía al deportivismo «muy crecidito», pensando ya en la final, y en el césped, un rácano Oporto se ganó el billete a la cita decisiva en Alemania.

La tragedia se produjo en la segunda parte, cuando un fogonazo de Deco dejó atrás a Manuel Pablo y provocó el penalti de César, que se precipitó al suelo en la esquina derecha del área del Deportivo.

Derlei transformó la pena máxima, y con 35 minutos por delante, la heroica no llegó y el Deportivo, que se quedó con diez a media hora para el final, se ahogó en la orilla después de haber nadado tanto.

Aquel fue el último episodio de la brillante trayectoria europea del Deportivo, que la siguiente temporada fue incapaz de ganar un partido en su última participación en la máxima competición continental, firmó una Liga modesta y cerró el ciclo de Javier Irureta en el banquillo que el vasco había ocupado desde la temporada 1998-99.

Nada volvió a ser lo mismo para el Deportivo, que emprendió una etapa de transición con Joaquín Caparrós al frente del vestuario y cambió sus objetivos por metas mucho menos ambiciosas, una línea que mantiene con Miguel Ángel Lotina desde 2007.

El equipo coruñés llega tocado al partido del Bernabéu, a la cita pendiente con Mourinho desde 2004, hundido en los puestos de descenso, incapaz de haber marcado un gol en jugada, de haber ganado un partido, después de dos derrotas consecutivas y en caída libre desde la segunda vuelta de la temporada pasada.