Johan Cruyff, presidente de honor del Barcelona hasta hace unas semanas, cuando devolvió su insignia tras las insinuaciones de colaboradores del nuevo mandatario, Sandro Rosell, de haber participado en algunos de los últimos traspasos del equipo, aseguró ayer que no quiere convertirse en un problema para el club y que está dolido con la forma de actuar de Rosell y su junta.
El ex presidente de honor del Barcelona subrayó que el caso «ya no existe» y apuntó que no es necesario llevarlo «a la asamblea de compromisarios». «Tendríamos que haber hablado entre el 15 de junio y el 1 de julio. Yo ya no estoy dentro del juego; estoy fuera», indicó.
Cruyff, que dirigió al dream team barcelonista, puso como ejemplo el trato que dieron otros clubes a figuras como Franz Beckenbauer o Bobby Charlton. «No se puede reaccionar después de que yo devolviera la insignia. Fue un día muy triste para mí, me tocó el orgullo», admitió.