Los duelistas piden paso en 125

J. M. Cortizas SILVERSTONE/COLPISA.

DEPORTES

21 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Es la menor de las categorías, pero este domingo superó en intensidad, vistosidad y emoción al resto de las citas del programa británico. Las dos vueltas finales protagonizadas por Marc Márquez y Pol Espargaró bien valieron el precio de la entrada a Silverstone. Fue el suyo un reto de duelistas, de deseos extremos.

Ambos supieron que ningún reparto haría justo el desenlace de tan violento moto a moto. Porque fueron su carenados los que acabaron mostrando las cicatrices de cada mandoblazo recibido. Dejaron en testimonial todo lo acontecido durante los 90 kilómetros anteriores. Ambos aceptaron la apuesta suprema.

Se llevó la victoria Márquez. Pudo hacerlo de igual modo Espargaró. Y tampoco hubiera sido extraño que ninguno de ellos cruzara la meta. Es lo que puede ocurrir cuando se supera el límite como ellos hicieron. Derbi en estado puro, aunque con distintos segundos apellidos. El de Red Bull enseñó sus garras cuando se vio atacado por el flanco. Mantuvo la respiración hasta que devolvió el primer directo. Literalmente, se convirtió en un torpedo dirigido a la línea de flotación de la montura con los colores de Tuenti. El impacto era, paradójicamente, su única opción de sostener la verticalidad. El pique estaba servido. Toques y retoques, hasta que Espargaró emuló al mejor Mamola. Perdió la carrera al extraviar el sentido del equilibrio, pero retornó del asfalto tras botar en él con la rodilla y dibujar una cabriola con la que recuperó el control de una mecánica que ansiaba llegar al pasto.

Tras ellos, más de lo mismo. Las Aprilia de Smith y Terol eran las rebanadas de pan y la Derbi de Efrén Vázquez era el jugoso relleno. Acumularon 17 vueltas de tal guisa, con el bilbaíno rozando el cum laude ante un campeón y subcampeón mundiales. De hecho se recompuso tras perder ligeramente el rebufo de rivales y sacó el martillo pilón en los metros finales. Se hizo con el tercer puesto, pero la falta de tacto de Terol propició que su moto barriera literalmente a la del vizcaíno al sesgar su neumático trasero. Caída tan fortuita como muy fea, que el piloto no tradujo en consecuencias mayores que el imaginable arrebato de rabia, el que le llevó a perseguir su maltrecha montura y forzarla, cual caballo desbocado, a completar el trayecto dentro de los puntos. El castigo impidió el triplete español, con Bradley aupándose al cajón ante el fervor de los suyos. El puesto perdido en la guerra intestina descabalgó del liderato provisional a Terol en beneficio de Pol Espargaró.

Márquez, con dos victorias consecutivas, relató así el final de la película rodada en Silverstone: «Si te tocan no te tienes que esconder y hay que devolver la jugada cuanto antes, sabíamos que había muchas frenadas en este circuito en las que nos podíamos tocar. Al final se ha decidido en la penúltima curva porque él (Pol Espargaró) se ha ido largo».