Arroyo asalta el mito del Mortirolo con la intención de llevar el rosa hasta Verona

Pablo Gómez Cundíns
Pablo Gómez REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

El español ataca la alta montaña que decidirá el Giro de Italia con Ivan Basso y Cadel Evans como rivales

28 may 2010 . Actualizado a las 02:36 h.

En ocasiones, para llegar a las puertas del cielo es necesario bajarse al infierno. En el Giro de Italia, el horno está en lo más alto, y se apellida Mortirolo. El puerto de la Foppa, el Angliru alpino, será juez y parte en una carrera en la que el español David Arroyo (Caisse d'Epargne) se ha hecho con el rosa tras la decimocuarta salida y no lo ha soltado todavía, resistiendo incluso la cronoescalada del martes, en la que Ivan Basso (Liquigas) intentó dar un puñetazo en la mesa.

El toledano aspira a presentarse de la misma guisa en Verona el domingo, pero serán tres días muy largos en los que tendrá que luchar contra la montaña. Hoy, 195 kilómetros de mítico recorrido, interminable ascenso que concluye en Aprica, punto en el que Basso logró en el año 2006 su última victoria de etapa antes de ser suspendido dos años por su implicación en la operación Puerto.

El italiano será de nuevo uno de los nombres propios de un Mortirolo que lleva tatuados en su costado el de Marco Pantani. Será el rival a batir (contará con la ayuda de Nibaldi y el resto de su escuadra) aunque sea Arroyo (carente de refuerzos) el que tenga que defender el jersey rosa. En guardia estarán esperando al Llanero Solitario Cadel Evans (Racing Team) y Vinokourov (Astana) en un plano secundario.

Otro español puede arrojar sal y pimienta a una pared que salva un desnivel del 1.300 metros en apenas doce kilómetros y medio en una montaña que será atacada por su cara norte (primeras pedaladas en Mazzo di Valtellina), es decir, la subida ciclista más dura de Europa. Se trata de Carlos Sastre (tercero el año pasado), cuyos tempraneros latigazos pueden contribuir a quebrar la paz romana impuesta por el dominio de Arroyo y la amable orografía que cocinaba el Giro, hasta el momento, al dente, con permiso de las etapas octava y decimoquinta. La selección natural de favoritos podría ser decisiva en la general.

Las previsiones auguran agitación durante el fin de semana. Tras el Mortirolo, mañana habrá meta en el Tonale (a 1.883 metros de altitud) y, si nada está decidido todavía, el suspiro cronometrado final, con tachuela incluida.

De las últimas diez ediciones del Giro de Italia, solo Alberto Contador (2008) pudo vestirse de rosa hasta el final. Sastre (tercero en el 2009), José Enrique Gutiérrez (segundo en el 2006), y Olano y Unai Osa (segundo y tercero en el año 2001) se subieron al podio de la ronda italiana.