Mou Midas y su piedra filosofal

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

24 may 2010 . Actualizado a las 02:37 h.

El misterio quedaba resuelto en el margen derecho de la carta, como mandan los cánones de las novelas de intriga. «Ambición + motivación + equipo + espíritu = ÉXITO». Ahí la tienen. La fórmula de la piedra filosofal del fútbol escrita por el nuevo rey Midas. Entonces, un portugués de serie B que pretendía domar dragones con un puñado de frases manuscritas. «Bienvenido al Oporto -empezaba la misiva de José Mourinho para sus nuevos pupilos-. Espero que hayas recargado tu ambición y tu motivación. Desde ahora, cada entrenamiento, cada partido, cada minuto de tu vida social, debe centrarse en el objetivo de ser campeón. Lo necesito todo de ti. Tú necesitas al resto. Somos un EQUIPO».

Después de un papel secundario (aunque no tanto) en el Barça de Robson y dos fugaces apariciones en el Benfica y el Unio Leiria, Mourinho daba el gran salto hacia el estrellato con un modelo que ha ido repitiendo machaconamente con innegable éxito. Estadística inimitable: un miserable 11% de derrotas en 458 partidos disputados.

OPORTO

Dos ligas, una copa, una UEFA y una Champions

El Mourinho de la etapa portuguesa culminó su escalada en Oporto. Al servicio de los dragones puso fin a una sequía de cuatro años con la Liga del 2002-2003, a costa, precisamente del primer equipo al que dirigió. El Benfica quedó segundo, a once puntos de un grupo que ejemplifica la labor del técnico luso.

Nada más llegar al Estadio do Dragão, el técnico exigió el control total sobre la parcela de fichajes. Poder decidir que futbolistas consideraba rehabilitables, de cuáles había que prescindir y qué parcelas reforzar. Recuperó a Bahía, otorgó galones a Carvalho, Deco y Costinha y ordenó traer de vuelta desde el Charlton a Jorge Costa. Pero quizá nadie resuma tan bien la ascendencia de Mou como Maniche.

El jugador, entonces un interior derecho, estaba apartado del Benfica por indisciplina y cuando el míster del Oporto pidió que lo contrataran, muchos pensaron que le había dado un ataque de entrenador. Ilusos: Maniche se convirtió en un centrocampista de referencia en la exitosa nueva etapa del club. Eje del método Mourinho que en cada equipo pretende encontrar un centrocampista que de sentido sobre el campo a sus instrucciones en la banda. Tal fue el éxito de la experiencia que el técnico intentó repetirla en el Chelsea y el Inter, pero la cabeza loca de Maniche era ya irrecuperable.

El resto de la plantilla, una pista para el futuro. Centrales con envergadura y expeditivos (Carvalho y Jorge Costa), un par de encargados del trabajo sucio (Costinha y Mendes), un chico para todo (Deco) y un delantero corpulento y con remate (para este puesto también exhibió sus dotes como rehabilitador, transformando a Benny McCarthy en pichichi). Un equipo sin extremos e infatigable, modelado con largas y exigentes sesiones físicas.

CHELSEA

Dos Premier, tres copas y 64 partidos de liga sin perder en casa

Mourinho ya era grande, pero se convirtió en The Special One por obra y gracia de Abramóvich, que le metió 5,5 millones de euros por temporada en el bolsillo (llegarían a los 7) y se lo llevó al Chelsea. El magnate tuvo que ceder a las pretensiones del técnico, que aterrizó en Londres con una tropa de ayudantes y reclamó fichajes millonarios.

Entre las contrataciones, tres explican nuevamente el estilo del entrenador luso. Para la defensa se trajo a Carvalho (25 millones) como compañía de Terry. En Lampard vio lo que antes había visto en Maniche y le puso al lado a Essien (32 millones) como escolta y, en punta, más fuerza y remate: Drogba (30 millones). Robben, extremo de campanillas, se perdió entre lesiones y falta de peso en una plantilla diseñada de espaldas al juego horizontal.

Los resultados llegaron de inmediato y el dominio en Inglaterra resultó abrumador durante las dos temporadas que sucedieron a la llegada de Mou. La 2006-2007 solo aportó una Copa, pero dio una idea del tipo de equipos que construye el chico especial. Exige una concentración y entrega tal que no permite distracciones ante supuestos rivales inferiores. Cuando el Birmingham derrotó al Chelsea en el primer duelo de la campaña 2007-2008, los blues acumulaban 64 partidos de Liga invictos en Stamford Bridge.

INTER

Dos ligas, una copa y una Champions

El previsible choque de egos con Abramóvich llegó al fin y Mou encontró en Italia un club de limitadas injerencias presidenciales. Hasta Milán también llevó a su grupo de auxiliares.

De nuevo, la obsesión por un defensa de garantías (Lucio), recuperadores (Motta y Cambiasso), un cerebro con el que estar conectado (Sneijder), y un delantero tan capaz de jugar de espaldas y ayudar en la presión como de hacer goles (Diego Milito).

En su primera temporada consiguió el scudetto, pero el desempeño no estuvo a la altura de los precedentes -en Portugal e Inglaterra, Mourinho ganó el 70% de los encuentros que dirigió, en Italia el porcentaje bajó al 60%-. El éxito pleno llegó a la segunda, con un triplete que ha terminado con el desembarco en España de un método para ganarlo todo en EQUIPO.