Adiós al abuelo del atletismo gallego

X.?R. Castro

DEPORTES

Julián Bernal falleció a los 91 años después de disputar 799 carreras y conquistar dos récords del mundo

17 mar 2010 . Actualizado a las 10:52 h.

El atletismo gallego se queda sin su abuelo. Julián Bernal falleció ayer en Ferrol recién cumplidos los 91 años de edad. Se fue después de haber ejercido de estandarte del atletismo veterano en Galicia, con 799 pruebas disputadas en las dos décadas que dedicó a esta actividad, con centenares de medallas, la última conseguida solo diez días atrás en A Coruña en el nacional de cros y con dos plusmarcas mundiales vigentes en los 3.000 metros, tanto al aire libre como en pista cubierta.

La suya fue una muerte repentina e inesperada. Comenzó a sentirse mal el sábado por la noche. Vomitó y le dijo a su hijo que le dolía el estómago -el año pasado había padecido una úlcera-; también le comentó que estaba indispuesto para correr al día siguiente en Monforte una carrera popular que hubiese significado la número 800 en su trayectoria deportiva. Sin embargo, nada hacía temer lo peor hasta que en la madrugada de ayer tuvo que ser trasladado en ambulancia desde su domicilio de Ferrol hasta el hospital. Una vez ingresado ya le comunicaron a su hijo Jesús, que ejercía de entrenador y de chico para todo, que nada había que hacer. Al filo de las nueve de la mañana se conoció la noticia, que se extendió con celeridad por todo el atletismo gallego hasta contar por centenares los mensajes de condolencia en los principales foros del sector.

Una persona entrañable

Julián se había convertido en un ser entrañable en toda clase de carreras. Comenzó a practicar atletismo a los 70 años, después de quedarse viudo y para pasar el tiempo. Porque un día se le ocurrió en la playa ferrolana de Doniños empezar a trotar y a continuación su hijo lo inscribió en una milla. Una distancia corta para el ferrolano de adopción, pero en dos décadas ha hecho de todo. Desde un 100 hasta una media maratón. La popularidad del abuelo del atletismo gallego subió como la espuma. Cada marca que batía y cada conquista que hacía sonaba como una caja de resonancia. Campeón de España (el mes pasado conquistó en Zaragoza un triplete en los 400, 800 y 1.500), de Europa, Mundial (todavía lo fue en cinco mil y 10.000 el pasado verano en Finlandia) y con dos récords mundiales, el primero con 85 años en el 3.000 al aire libre y el segundo, ya en máster 90, hace un año en Zaragoza, en la pista cubierta. Aquel día le metió un tajo de cuatro minutos a la marca vigente y se convirtió en el veterano más mediático de todos los tiempos.

Una vida en Ferrol

Burgalés de nacimiento, aunque con casi toda una vida en Ferrol, adonde se trasladó tras contraer matrimonio, después de hacer carrera profesional como Guardia Civil, y una vez que perdió a su esposa, Julián se convirtió en un jubilado que en realidad compartía las tareas de atleta profesional y de amo de casa. Se levantaba a las siete de la mañana para ir al mercado, entrenaba tres días por semana en la playa y cada vez que un rayo de sol burlaba a las nubes se daba un chapuzón sin tener en cuenta la estación del año. Así, fue acaparando participaciones en diferentes pruebas hasta sumar 106 en un solo año y provocando admiración por su humildad y bonhomía.

De la mano del Egovarros de Viveiro, su club, ha participado en cuantas citas se pueda imaginar. Desde la popular más anónima hasta el Mundial de veteranos. A cambio, formó una salud de hierro inmune, sin achaques ni problemas de dieta. Tan solo el estómago le dio algún problema aislado.

«Estoy enganchado al atletismo, seguiré compitiendo mientras el cuerpo aguante», comentó a La Voz después de su último récord mundial. Clavó la frase. En toda su vida deportiva tan solo faltó a una cita. Se despidió poco menos que corriendo. Diez días atrás en la Torre, en A Coruña, con una medalla al cuello. El mundo del atletismo gallego lo recordará siempre en lo más alto de su último podio.