22 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.
El 0-3 de Riazor levantó fuerte polvareda, quizá porque muchos esperaban que el Deportivo repitiese la proeza frente al Valencia. Aquel k.?o. valenciano se analizó solo desde el ángulo del marcador. La proeza, que lo fue, tuvo gran resonancia a través de los medios haciendo resonar el mérito de la clasificación, sin entrar en más detalles. Esperaba el Sevilla, verdugo del Barcelona, no solo por su victoria en el Camp Nou sino por las paradas de Palop en la vuelta. Lotina, preocupado por la presencia de los delanteros sevillistas, aumentó a cinco los defensas de la barrera situada ante la portería en donde mantuvo al joven Manu. (Es curioso que se fortalezca la defensa y se releve al portero titular por el suplente). Desde el saque inicial se jugó casi continuamente en la frontal del área coruñesa en donde se veía llegar el gol en contra. En la otra parte del campo, Bodipo recordaba al náufrago sobre una balsa.
Lotina había reforzado la defensa acreditada por su solidez, pero anteanoche no solo apareció desarbolada sino que vimos a unos laterales que nunca se atrevieron a asomar por la bandas hacia campo enemigo. Además, habría que decir que, en partidos de este nivel, hay que meditar mucho y calcular los riesgos que se corren responsabilizando a tantos canteranos juntos en una tarea tan difícil como esta de frenar a un Sevilla más fuerte.