De la Rosa pasa del simulador al asfalto gracias a Sauber

J. Carlos J. Carabias?

DEPORTES

20 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

¡«Me veía sentado otra vez en el césped», suelta Pedro Martínez de la Rosa desde Suiza, donde acaba de firmar su contrato con Sauber y donde ha recorrido la fábrica del equipo en Hinwill, a treinta kilómetros de su casa en Zúrich. Al otro lado del teléfono, se expresa aliviado, exultante, feliz como nunca. El piloto español consiguió su propósito: reengancharse a la fórmula 1 en una escudería de garantías. Volverá a conducir con 39 años (los cumple en febrero). Casi un milagro. Sauber será su cuarto equipo, después de Arrows, Jaguar y McLaren.

«Mi motivación ha sido el factor decisivo. Tengo tantas ganas de volver a pilotar que mi edad no podía ser un obstáculo. Ten por seguro que sigo aquí porque tengo hambre. He querido volver siempre», dice casi a gritos. Ha firmado contrato con Sauber por una temporada con opción a otra.

Atrás quedaron años de alforjas llenas y sinsabor personal. De la Rosa tiene la vida resuelta y la de sus hijas gracias a sus siete contratos sucesivos como probador de McLaren (cercanos al millón de euros anual) y a sus negocios relacionados con el motor. Pero lo que siempre quiso en una tarea estajanovista fue conducir coches de fórmula 1 y «ser campeón del mundo». Empeño lógico para alguien que luce una de las mejores hojas de servicio del automovilismo español.

De la Rosa fue campeón en casi todas las categorías: Fórmulas Fiat, Ford, Renault... Después de codearse con los mejores en Inglaterra, vivió una etapa decisiva en Japón. Allí, desde 1995 a 1997, se le apodó Nippon Ichi, que significa el número uno japonés. Vivía en un apartamento minúsculo cerca del circuito de Fuji. Y lo ganó todo: La Fórmula 3, la 3000, el Gran Turismo...

Arrows y Jaguar

Su familia pertenece a la burguesía catalana (su padre es el propietario de la fábrica de tiritas Galeno), pero De la Rosa convirtió el automovilismo en la pasión de su vida. De regreso a Europa, empezó su aventura en la F-1. Arrows, Jaguar y finalmente, McLaren, donde ha permanecido siete años como tercer piloto.

Pero el ciclón Alonso lo ubicó en una nueva dimensión, imprevista y desconocida. La de comentarista televisivo. «Estaba un poco harto de que me dijesen que era buena persona y que por eso no estaba en la F-1. Sauber me ha fichado por mi experiencia y mis conocimientos. Yo soy piloto, no locutor», comenta desde Suiza.

De la Rosa llevaba tres años en las quinielas con un amuleto como frase. «Si ahora no me cogen, será mi última oportunidad». Sin embargo, el deporte le ha concedido su particular bendición. Negoció con Campos Meta, con USF1, la continuidad con McLaren y, desde el principio, con Sauber (el equipo que compró la estructura de BMW, tercer mejor equipo en el Mundial 2008). «A Peter Sauber lo conozco poco. Tenía poca relación con él. Pero desde que les dieron la licencia, hemos estado en contacto. Nunca lo he tenido claro, porque el equipo es muy interesante, por tradición, por los coches, por la sinergia de años con BMW, por el túnel del viento, por los motores Ferrari, por medios... Creí que iban a fichar a Fisichella. Pero no. Me han fichado a mí. Como ha sido inesperado, lo estoy disfrutando más», señala.

Estaba cansado de coger vuelos a Inglaterra (más de 200 el año pasado), pero llegó a sentirse parte de la familia McLaren. «Ellos han esperado hasta el último segundo y me han dado libertad. Si no llega a ser por McLaren, no estaría aquí», reconoce. «Lo voy a celebrar trabajando en la F-1, que es lo más me gusta», se despide radiante el barcelonés.