Jean Todt, nuevo piloto de la FIA

DEPORTES

24 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El pequeño Napoleón de la fórmula 1 ha ganado una nueva batalla. Jean Todt (Pierrefort, 1946), también conocido como el general, fue elegido ayer como nuevo presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). El francés superó con autoridad al finlandés Ari Vatanen. Recibió 135 votos por los 49 del ex piloto de ralis. Se cumplieron los pronósticos. Era el preferido de Max Mosley, hombre que abandona el cargo tras el año más turbulento y extraño de la F-1 y después de protagonizar mil polémicas, con escándalo sexual incluido. Teóricamente Todt era, por tanto, la opción continuista y muchos pensaban que la categoría reina del motor necesitaba un volantazo. Ese era su único escollo. Y el ganador lo ha superado con vuelta rápida.

Todt es hijo de un médico polaco de origen judío aficionado a los coches que huyó a Francia cuando tenía diecisiete años. Los rugidos del motor son la banda sonora de su vida desde 1966. Comenzó a participar en ralis en el Mini Cooper de su padre. Aunque pronto se destapó como un estratega, un hombre calculador que exprimía mejor su talento en el asiento del copiloto que al volante. Y se convirtió en el Luis Moya de su amigo Guy Chasseuil. Esa senda lo llevó a ganar el título Mundial de ralis en 1981, al lado de Guy Frequelin. Un Talbot los condujo al triunfo. Y fue Peugeot, firma matriz de Talbot, la que le dio la alternativa como director de equipo. En ese puesto, el francés encontró su hábitat natural, el lugar en el que dar rienda suelta a sus cálculos. Llegaron dos nuevas coronas, con Timo Salonen y con Juha Kankkunen.

Extendió sus dominios al Dakar y a las 24 horas de Le Mans. Conquistó el desierto africano con el que ayer fue su rival, Ari Vatanen, y con Kankkunen.

Consagración en Ferrari

Pero la consagración de Todt llegó definitivamente como jefe de Ferrari, equipo al que llegó en 1993 de la mano de Luca di Montezemolo, que había desembarcado recientemente como presidente de la firma. En la escudería italiana unió los talentos de Michael Schumacher y del ingeniero Ross Brawn, el mismo que este año les ganó la partida a McLaren y a Ferrari con el célebre difusor trasero. Con Schumacher, su «hijo deportivo», conquistó cinco campeonatos consecutivos, una cadena de éxitos nunca antes vista en la fórmula 1. Amplió su palmarés con un Mundial de Kimi Raikkonen. Y en el apartado de constructores acumuló siete campeonatos.

Desde que se marchó de Ferrari, el barco rojo no ha parado de hundirse. La sombra de Todt y los fiascos históricos han oscurecido la figura de su sucesor como jefe de equipo, Stefano Domenicali. Las malas lenguas decían que, frente a la disciplina del francés, Domenicali hacía honor a su apellido y solo trabajaba los domingos, cuando se celebraban las carreras.

Su experiencia le ha permitido controlar los suficientes resortes de poder como para llegar confiado a la cita con las urnas de la FIA. Quizá Fernando Alonso no haya celebrado la elección de Todt. El francés presumió de vetar al piloto español cuando dirigía Ferrari. «Mientras yo esté aquí, Alonso no vendrá», aseguraba. Se limitó a descartar al campeón y renovó el contrato de Felipe Massa. No ofrecía argumentos deportivos. Quizá la explicación era bastante más sencilla. Su hijo Nicolas es el mánager del brasileño.

Como suele suceder con muchos de los malabaristas que pueblan el circo de la fórmula 1, su vida también tiene una pátina de glamur. Desde el 2004 es pareja de la actriz Michelle Yeoh, una chica Bond de El mañana nunca muere, que además intervino en películas como Tigre y dragón y Memorias de una geisha .

Cambio constructivo

Todt ha vuelto a encontrarse con el triunfo en su camino. Y promete «un cambio constructivo» en la FIA. Nada de revoluciones. La asociación de equipos presentaba sus respetos al nuevo presidente mostrando su cara más conciliadora. Vatanen se lamentaba: «La FIA se merecía algo mejor». Para Schumacher y Di Montezemolo, la llegada de su ex jefe a la cúspide de la federación internacional es una buena noticia porque creen que «traerá aire fresco». Ese será uno de los retos de Todt, abrir las ventanas de un deporte asfixiado por los amaños, los casos de espionaje y las discrepancias en las reglas de juego. La última etapa vivida por Mosley, Bernie Ecclestone y la fórmula 1, con más batallas en los despachos que en los circuitos, debe recordarle a Todt que todo Napoleón tiene su Waterloo.