Alberto Contador da el primer golpe

Benito Urraburu

DEPORTES

Armstrong acabó décimo, Sastre finalizó a 48 segundos del ciclista de Pinto y Menchov fue doblado por el ganador

05 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Alberto Contador dio el primer golpe sobre la mesa del Tour. El madrileño presentó sus credenciales como gran candidato al Tour y como jefe de filas del Astana en la primera etapa. Fue segundo en la contrarreloj de 15,5 kilómetros que abrió la carrera en Mónaco. Solo fue superado por un inalcanzable Fabian Cancellara. El suizo se enfundó el primer maillot de líder. Pero Contador, el mejor de los favoritos ayer, tiene claro que aspira a vestir el último.

En Mónaco, Contador fue vestido de amarillo, con ribetes rojos. Todo un síntoma. De amarillo, por el título de campeón de España contrarreloj logrado en Cantabria. Fue el principio de la batalla psicológica que bulle en la cabeza de Contador. El remache de esa guerra fueron los 22 segundos de ventaja logrados sobre Lance Armstrong, que acabó décimo.

Contador ha pasado factura a todos sus rivales directos por la general en el arranque de la grande boucle . A Cadel Evans le sacó cinco segundos. A su compañero Levi Leipheimer, doce. A Carlos Sastre, 48. A Denis Menchov, 1 minuto y 13 segundos. El Tour se le ha atragantado muy pronto al vencedor del Giro. Los hermanos Andy y Frank Schleck tuvieron una suerte dispar. Andy se dejó 42 segundos con respecto al ciclista de Pinto; y Frank, 1 minuto y 18 segundos.

Exprimió la subida

El Tour del miedo, el de la sombra alargada de Lance Armstrong, ha tenido un estreno que ha resultado una tragedia griega para la mayoría de los corredores importantes, salvo para Contador, uno de esos ciclistas que pueden marcar una época. Es cierto que la contrarreloj era idónea para él, con una subida de 7,5 kilómetros, en los que impulsaba su máquina, nueva, a estrenar, con las piernas, bajo las ordenes de su cerebro.

¿Quería ganar la etapa o superar a Armstrong? Las dos cosas, puesto que esa ecuación conducía al mismo resultado final: dominar el Tour desde su inicio, dar un golpe en el asfalto y decir al mudo quién es el líder del Astana. Pero la mayoría de las dudas se han despejado de una forma abrumadora, que no admite réplica de ningún tipo. Contador, en las ocasiones en las que ha podido correr el Tour, ya que fue vetado dos veces, nunca había tenido un comienzo tan arrollador como el que se ha visto en Mónaco.

El ganador de la edición del 2007 ha expulsado la mayoría de los demonios que lo perseguían desde hace mucho tiempo. Se ha liberado de la pesada carga que supone el saber quién era el jefe de filas de su equipo. Hasta Johan Bruyneel se rendía ayer a la evidencia.

Si Armstrong no ha podido con él en una contrarreloj, es de suponer que tampoco lo hará en la alta montaña, por eso superar al americano ayer fue vencer en una batalla decisiva. Pero el Tour presenta escenarios en los que cada día se cambia el decorado y que dan lugar a desenlaces insospechados.

«Las piernas responden»

«Las diferencias son mínimas, pero lo importante es que las sensaciones son buenas y que las piernas responden. Queda mucho Tour, esto no acaba más que empezar», señaló el propio Contador.

El ciclista madrileño se vistió con el maillot de líder de la montaña, un jersey que espera tornar pronto por el amarillo. «Es muy bonito, es de puntos, como los vestidos de sevillanas, pero de aquí a unas semanas me gustaría cambiarlo por otro color», bromeó al bajar del podio. Con respecto a su equipo, alabó su fortaleza y señaló: «Todos van a luchar contra nosotros, nos tenemos que unir, hay rivales muy fuertes, no solo corre el Astana», agregó.

Cancellara, el otro protagonista de la jornada, atesora su tercer amarillo en el estreno del Tour. Los dos anteriores fueron en Lieja y Londres. Eran prólogos. Lo de ayer es otra cosa. ¿Puede ser el suizo un corredor que va evolucionando hacia un ciclista preparado para carreras de tres semanas? Hacen falta tiempo y carreras para poder comprobarlo. Lo que sí parece es que ha escogido el camino de las grandes vueltas de forma lenta, pero también progresiva. Una travesía que conoce bien Contador.