Natalie du Toit, la Oscar Pistorius de las piscinas

María Varela

DEPORTES

La nadadora sudafricana es la primera deportista en clasificarse para los Juegos Olímpicos y para los Paralímpicos

06 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Sé todo lo que quieras ser». A Natalie du Toit esta frase se le grabó en la mente el fatídico día en el que cogió su moto para ir a entrenar y un coche se cruzó en su camino. Por eso, desde que a la edad de 17 años le amputaron la pierna izquierda después de ese trágico accidente, esta nadadora sudafricana centró su vida en cumplir tres pequeños, aunque grandes, sueños: volver a correr, visitar el Parque Nacional Kruger y competir en unos Juegos Olímpicos.

El primero lo consiguió gracias a una prótesis. Al parque Kruger acudió hace un mes junto a unos amigos. Parecía que el de los Juegos iba a ser imposible, pero el próximo 20 de agosto se hará realidad cuando participe en la prueba de los 10 kilómetros a nado en aguas abiertas.

Mientras todas las miradas del mundo estaban puestas en las pistas de atletismo de la mano de Oscar Pistorius, Du Toit hizo historia el pasado mes de mayo al conseguir el billete para Pekín en la Copa del Mundo de aguas abiertas disputada en Sevilla, donde fue cuarta. A sus 24 años, la sudafricana se convertía así en la primera deportista en alcanzar la clasificación tanto para los Juegos Olímpicos como para los Paralímpicos. A su vez, será la segunda de todos los tiempos en participar en la cita olímpica con un miembro amputado, por detrás de la gimnasta americana George Eyser, que en 1904 en San Luis se colgó tres medallas de oro a pesar de competir con una pierna de madera.

Eclipsada por la polémica de las prótesis de fibra de carbono de su compatriota, la historia de Natalie du Toit es igualmente un ejemplo de superación. Siendo una promesa de la natación africana (estuvo a punto de clasificarse para Sídney 2000 con 16 años) vio truncada su progresión a raíz de perder la pierna en un accidente de tráfico. Sin embargo, lo que podía haber sido el fin de su trayectoria deportiva se convirtió en el principio de una nueva oportunidad.

Desde el primer momento, dio muestras de que no se iba a rendir, de hecho, el día después de la operación ya estaba en pie pidiendo volver a la normalidad. Desde la cama del hospital prometió a sus compañeros de entrenamientos que volvería con más fuerzas, y así fue. Una vez terminada la rehabilitación, en la piscina comenzaron a caer los récords: 50, 100, 200, 400, 800 y 1.500 metros libres; 100 y 200 mariposa; y 200 estilos de la categoría S9.

Tan solo un año después, y compitiendo con atletas sin ninguna discapacidad, alcanzó la final en los 800 libres en los Juegos de la Commonwealth, por lo que fue nombrada nadadora de los campeonatos por delante de Ian Thorpe. En el 2004 participó en Atenas en los Paralímpicos, subiendo a lo más alto del cajón en cinco ocasiones. Y ya en el 2007, su meteórica progresión le llevó a hacerse con el récord del continente africano en los 1.500 libres.

Inspiración

Antes del accidente, un entrenador le había dado un poema y lo encontró perdido en un bolsillo y lo siguió como una revelación. Ahora, lo tiene pegado en la piscina donde se entrena, y lo puede recitar con los ojos cerrados: «La tragedia de la vida no es no alcanzar tus metas, sino no tener metas que alcanzar; no es una desgracia no llegar a las estrellas, pero sí lo es no tener estrellas a las que llegar».

Con estos versos como inspiración, la nadadora sudafricana ha luchado hasta el final por cumplir su sueño, sin importarle ni sus desventajas ni sus inconvenientes y con la determinación de una fiera cuando agarra a su presa. Por ello, se puede decir que Natalie du Toit es la fiel encarnación del espíritu olímpico. Sin embargo, en Pekín no se contentará con participar. Su objetivo son las medallas, y las tiene sorprendentemente cerca. Si lo consigue, se le abrirán de par en par las puertas del Olimpo griego.