Vibrante noche de fútbol en Anfield

Patricia Rodríguez

DEPORTES

09 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El Liverpool apeló, de nuevo, al factor Anfield y al tándem mágico formado por el imparable Fernando Torres y Steven Gerrard, para meterse por derecho en las semifinales de la Champions y frustrar, al mismo tiempo, las ilusiones europeas del Arsenal de Arsene Wenger.

Fue otra noche mágica en un estadio que tiene voz propia. El factor Anfield, ese elemento que define partidos en situaciones adversas, hizo su aparición estelar y la tensión se palpó desde el arranque de un partido teñido de rojo, el color del club anfitrión.

Pero el camino comenzó muy cuesta arriba para los reds . A los trece minutos de juego, la escuadra de Wenger materializaba de forma numérica un dominio que no dejó lugar a dudas en los primeros compases.

Fue una acción letal de Diaby por la derecha que se coló en las mallas de Pepe Reina. El meta español dejó demasiado espacio en la izquierda de la portería, tras haber salvado instantes antes un amago del togolés Adebayor. Justo lo que el Arsenal perseguía.

En el apartado táctico, la formación visitante se hacía con el control, mientras que el empuje de los locales continuaba a falta de ocasiones. Pero como suele ocurrirle al Liverpool, en momentos críticos, encuentra un chaleco salvavidas.

Casi fue un calco de la primera eliminatoria, cuando los reds replicaban sin perder tiempo al primer golpe que le asestaba su rival. Fue Sami Hyypia quien hizo enloquecer a la hinchada local con un remate de cabeza después de un saque de esquina del capitán del once de Benítez, Gerrard. El empate dejaba la eliminatoria en el aire.

Segunda parte

El paso por vestuarios sentó bien al Arsenal, pero el Liverpool iba embalado y se lanzó al ataque con otro balón de Aurelio, que chocó contra el gigantón Crouch, variando su rumbo, y que consiguió frenar Almunia. Pero llegó el gran momento del Liverpool, el que esperaban las gradas con protagonista de lujo: el ex del Atlético de Madrid, la máquina goleadora del cuadro anfitrión, resultó, de nuevo, decisivo, al recuperar un balón largo para no dar opciones al impotente Almunia. Por algo es el talismán de Benítez.

Pero continuaron los sustos. En una fantástica jugada de Wallcott, que arrancó desde su campo, silenció por unos instantes los bramidos de Anfield con un gol del togolés Adebayor.

El hada madrina del once local tocó a este equipo en el momento justo. Un penalti decretado por el árbitro sueco, Peter Frojdfeldt, por una falta de Touré sobre Babel en la recta final dio a Gerrard la ocasión de oro de tranquilizar a las gradas. Elpropio Babel con otro gol letal en el último minuto sirvió para poner la guinda y confirmar el pase a las semifinales.