El delantero feo, pelado y con tatuajes se reivindica tras un verano muy intenso

Kiko Novoa

DEPORTES

24 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La vida veraniega se la pasó a cien. Pero no eran las fiestas las que se amontonaban en la pretemporada sevillana. Si Ernesto Javier Chevantón (Uruguay, 1980) hubiese podido largar a Juande Ramos a Inglaterra en aquellos días de agosto lo hubiese hecho encantado. «No tiene cojones a decírmelo a la cara», maldijo contra el por entonces técnico sevillista el día que se enteró de que éste no iba a contar con su irregular carácter goleador. Entre las palabras de uno y otro se sucedieron interminables historias sobre su futuro. Chevantón insinuaba a veces que tenía las maletas hechas para cambiar de aires y otras decía que jamás se le pasaría por la cabeza irse, que eso eran calenturas de los representantes. «Quizá porque estoy pelado, tengo tatuajes y soy feo no encajo bien en el Sevilla», llegó a exclamar.

Pero la suculenta oferta nunca llegó a Chevantón. Desde entonces, al uruguayo le tocó tirar de humildad. Cuando Juande Ramos comenzó a flirtear con el fútbol inglés el delantero vio la luz. El sábado, ante el Racing, se marcó un partidazo. Era la cuarta vez que jugaba esta temporada (siempre desde el banquillo, claro). Nada más sustituir a Kerzhakov decidió patear una falta. Tuvo que discutir primero con Alves antes de marcar. «Chevantón sabe aprovechar las oportunidades», reconoció Del Nido tras el partido. A dos días de Navidad, los periódicos sevillanos dedicaron su portada al feo pelado de los tatuajes.