El Balón de Oro premia la elegancia y la efectividad del brasileño Kaká

Rubén Ventureira

DEPORTES

03 dic 2007 . Actualizado a las 11:23 h.

El pasado año le dieron el Balón de Oro a uno que, si puede, lo despeja, como dejó escrito David Gistau. Este año se lo han concedido a uno que, siempre que puede, tira una sutil pared, factura el balón a la escuadra u otea un pase al hueco donde otros (sin ir más lejos, su antecesor) ven el vacío. El premio de France Football ha distinguido a Kaká, un cruce entre Cruyff y Platini, uno de esos elegidos que ven el fútbol en cinemascope.

Brasileño atípico en el mundo del fútbol por su espartano comportamiento fuera de la cancha, lo es también por su origen: no viene del arrabal, como Rivaldo o tantos otros compatriotas, sino de una familia de clase media-alta de Brasilia que lo parió el 22 de abril de 1982, dos meses y pico antes de que Brasil firmase el fracaso más glorioso de la historia del fútbol. Aquella canarinha , la del Mundial 82, estaba liderada por Zico, un jugador del corte Kaká cuyo fútbol no llegó a cuajar en Italia. De los cuatro brasileños que han obtenido el Balón de Oro (Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho), el jugador del Milan es el único que lo ha conseguido por sus méritos en un equipo italiano, y ése es un plus que cabe reconocerle.

Debut epatante

Kaka se llama Ricardo Izecson dos Santos Leite. El apodo le viene de familia: cuando su hermano Digao (que ahora juega en el segundo equipo del Milan) era crío empezó a llamarle así porque era incapaz de pronunciar Ricardo. Brilló en los juveniles del Sao Paulo, y debutó con el primer equipo en el 2001 de forma apoteósica. En la final del Torneo Río-Sao Paulo, su equipo perdía por 1-0 contra el Botafogo: Kaká salió del banquillo, anotó dos goles en dos minutos y dio el título a su equipo. El Madrid de la era galáctica le echó el ojo entonces. «Kaka tiene una elegancia natural», acaba de decir Valdano del nuevo Balón de Oro. No la valoró del todo en su día. A Valdano, que ha reconocido que éste fue el mayor error de su gestión, y a Florentino Pérez les pareció caro pagar 8 millones por una promesa. Días después, en agosto de 2003, Kaká fichó por el Milan a cambio de 8,5. Calderón, actual presidente blanco, lleva dos años anunciando la llegada del brasileño, que cada vez se antoja más complicada. Aunque no se ha confirmado oficialmente, se dice que Silvio Berlusconi ha prolongado el contrato de Kaká, que acababa en el 2010, hasta al 2012. A cambio, ganará nueve millones anuales, tres más que ahora.

Con Brasil, jugó 19 minutos en un partido de la primera fase del Mundial del 2002, lo que le da perfecto derecho a presumir de ser campeón del mundo. Con el Milan, Kaká ha ganado una Liga (2004), una Supercopa Italiana (2004), una Liga de Campeones de Europa (2007) y una Supercopa Europea (2007). La pasada Copa de Europa, en la que hizo diez goles, le ha valido el presente premio. Clave fue el encuentro de semifinales en el que sentenció con dos golazos al Manchester United de Cristiano Ronaldo, segundo en la clasificación del Balón de Oro.

Aunque actúa en ocasiones como segunda punta, este futbolista de zancada larga, disparo preciso y visión de juego panorámica se considera más centrocampista. Siempre con la cabeza alta, a lo Cruyff, es más elegante que espectacular. Nada de bicicletas a lo Robinho, que una cosa es la Champions y otra el Tour de Francia. «Es el nuevo Platini», ha sentenciado su técnico, Carlo Ancelotti. «Me parece que está en el camino de ser un nuevo Cruyff», ha dicho el mejor líbero de la historia, Franz Beckenbauer. Y él, ¿qué dice? No mucho. Tímido como es, trabaja: «Tener un don no es suficiente, tienes que tener dedicación», declaró cuando le preguntaron por el secreto de su éxito.

El yerno ideal

Fuera de la cancha, se mima. Berlusconi lo ha definido como «el yerno ideal». Nunca se le ha visto en una discoteca de Milan y no se le conoce más frivolidad que ser modelo de Armani. La fe le guía más allá del verde: a los 14 años fue bautizado como miembro de la iglesia pentecostal brasileña Renacer en Cristo. «I belong to Jesus» (Yo pertenezco a Jesucristo) se leía en la camiseta que lució en la celebración del título mundial del 2002. Su vida se ajusta a la Biblia, por eso hace dos años se casó virgen con la virgen Caroline Celico, su novia de siempre, hoy embarazada de cinco meses. «Elegimos llegar castos al matrimonio. La Biblia enseña que el amor verdadero se alcanza sólo con la boda. Es evidente que no fue fácil. Nos besábamos y claro que había deseo, pero nos contuvimos. Para nosotros, la primera noche fue magnífica», ha dicho un hombre de 25 años que no sueña con ser entrenador cuando deje el fútbol, sino con ser pastor de su iglesia.

En fin, una vida de cuento que casi se trunca en el 2000, cuando se fracturó una vértebra cervical al saltar a una piscina. Temieron que se quedara parapléjico. Dicen que por eso siempre que marca un gol levanta las manos al cielo, para dar las gracias a Dios por andar. Lo de andar elegante, eso que lo distingue, va en los genes.