Laudrup le ganó la partida a un Barça patético lejos del Camp Nou

Sergi Olego

DEPORTES

11 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El Getafe le pasó la mano por la cara al Barça, derrotándolo con una claridad indecente para los azulgranas, que encajaron su primera derrota en competición liguera ante los madrileños. Tras la dolorosa derrota en la Copa la temporada pasada, los de Rijkaard ofrecieron una imagen igual de penosa, siendo superados en todas las facetas del juego por un rival que siempre quiso la victoria.

Michael Laudrup sigue bañado por aquella exquisitez que exhibió como futbolista. Su visión como técnico descarta la cobardía aunque se enfrente a un equipo de la dimensión del Barça. Su Getafe salió al Coliseum Alfonso Pérez dispuesto a comerse a su rival. El danés desbocó a sus hombres, colocándoles sobre la línea defensiva azulgrana. Esa valentía ofrecía una única laguna, ya que si los catalanes superaban esa presión se podían plantar con facilidad ante Abbondanzieri.

El Barcelona notó sobremanera la razonada osadía de Laudrup. Durante veinte minutos restó a merced de la voluntad de un Getafe al que le faltaba profundidad. Su dominio se traducía en una única ocasión de Uche, resuelta por Valdés.

Una acción de Iniesta sacaría del letargo a los azulgranas. Su clarividencia colocó a Henry sobre la meta del Getafe, pero el francés erró en su intento de túnel sobre Abbondanzieri. Milito acumularía una nueva ocasión con un cabezazo que salió lamiendo la cruceta de la meta de su compatriota.

El Barça estaba creciendo con cuentagotas. Una pizca de dinamismo le había servido para encarar a su adversario. Un espejismo. Una concatenación de errores defensivos descubrieron el verdadero estado de los de los culés lejos del Camp Nou. Thuram, Touré Yayá y Abidal se vistieron de privilegiados espectadores para contemplar cómo Cata Díaz bajaba un lejano lanzamiento de falta para que Manu descubriese las carencias visitantes.

Rijkaard seguía el partido incrédulo. Escondido en su banquillo contemplaba cómo aquella bronca de Valladolid no había servido para nada. La indolencia de su equipo era tan evidente como alarmante. Una desmotivación que el Getafe aprovechaba con habilidad para proseguir con su plan. Los madrileños retrasaron sus líneas para rematar el partido a la contra.

Además, la voluntad del Getafe se encontró con la permisividad del Barça, incapaz de acercarse a la meta rival, rozando la desfachatez. Otra vez sin intensidad. Otra vez sin voluntad. Otra vez sin ideas. Otra vez en actitud pasota. Una falta de motivación que llevó a Ronaldinho y a Messi al banquillo.

La monumental dejadez del Barça resultó hasta cómoda para el Getafe ante un Barça con una imagen patética, condecorada por una triste entrada de Zambrotta a destiempo que reflejó la impotencia visitante justo cuando el tanto de Albín cerraba una noche histórica para el Getafe.