Robinho propicia la remontada del Madrid en el Bernabéu ante el Olympiacos

Ignacio Tylko MADRID

DEPORTES

25 oct 2007 . Actualizado a las 02:36 h.

Robinho, el díscolo brasileño expedientado por llegar tarde tras irse de juerga, se reconcilió con sus detractores al hablar sobre el campo y firmar la remontada ante el Olympiakos con sus genialidades. Marcó dos, forzó un penalti que erró Van Nistelrooy, y se echó al equipo encima cuando más lo necesitaba. Sin olvidar a Casillas, inmenso cuando en los minutos finales sacó de forma milagrosa una volea de Kovacevic que suponía el empate, fue el hombre de un partido extraño en el que los de Schuster, una vez más, no dieron la talla. Sufrieron de lo lindo ante un rival que jugó más de 80 minutos con uno menos, y convirtieron lo que se presagiaba una noche tranquila en un cara y cruz. Sus desajustes defensivos son alarmantes y su ritmo cansino. Ganó cuando lo vio perdido por sus individualidades, por Robinho, por san Iker, y por un arreón de casta, a lo Capello.

Con Gago en lugar de Diarra, el Madrid debería tener mejor salida del balón y no depender tanto de Guti. Pero el problema es más de ritmo, de movilidad, de chispa, de actitud y de buena ocupación de los espacios, que de hombres. Hasta que despertó Robinho, Raúl fue el único que se ofreció en todo momento y buscó aprovecharse de la mínima ventaja. Lo da todo, merece quizá la internacionalidad, pero no le hace ningún bien tanto gesto reivindicativo cuando marca un gol porque, tradicionalmente, la modestia era otra de las virtudes del '7.

Raúl, que mantiene su pugna con Van Nistelrooy en la batalla por el 'Pichichi' histórico de la 'Champions', abrió el partido a los dos minutos, tras aprovechar un rechace del portero a remate del holandés. La jugada estuvo precedida de un error de bulto del central Antzas. Hay que estar ahí, saber acompañar la jugada, colocarse bien y tener olfato, pero ese tanto no es como para señalarse de esa manera. Y cuanto más lo haga, más se empecinará Luis en no citarle.

El Madrid disfrutaba del arranque soñado y parecía dispuesto a conseguir una goleada que levantara el ánimo tras la derrota de Montjuic. Pero se distrajo una vez más en defensa y Galletti, un especialista en el Madrid desde que con el Zaragoza le ganó una Copa, le empató cinco minutos después. En esa acción, Djordjevic dejó patente que Míchel Salgado hace tiempo que dejó de ser un lateral derecho para el Madrid. Y como casi siempre llega a destiempo, recurre al juego duro, tal y como comprobó en sus piernas su ex compañero Raúl Bravo.

Sneijder, a menos

Tras un arranque de temporada estupendo en el que algunos osados le compararon hasta con Di Stéfano por aquello del futbolista total, lo de Sneijder ya es preocupante. Está lejos de su posición escorado a la izquierda y apenas interviene en el juego. Sólo se le ve cuando va a ejecutar un golpe franco, faceta en la sobresale el holandés. Acabó sustituido y su equipo lo agradeció.

Al 'tran-tran', con la ley del mínimo esfuerzo, el Madrid esperaba que los griegos cayeran como fruta madura. Llevó la iniciativa, tocó y tocó pero lo hizo con una lentitud desesperante, impensable en el fútbol moderno. Realizó alguna acción vistosa, como una bicicleta de Robinho sobre el infatigable Galletti, obligó a lucirse tres veces al 'abuelo' Nikopolidis, el héroe griego de la Eurocopa portuguesa, pero careció de continuidad en el primer tiempo y se marchó con el amenazante empate al descanso.

En la reanudación, los helenos se atrincheraron y el Madrid quiso ser paciente. Pero ocurrió que la defensa blanca se durmió en una acción de estrategia, permitió sorprender al central Julio César, otro ex, y se complicó el partido. Había llegado la hora de cambiar el estilo, de sacar la casta, de tocar a rebato, de la revolución, de la magia de Robinho. Schuster acertó al quitar a Salgado, una calamidad, y apostar por Higuaín. Guti al fin trenzó una jugada, abrió a Ramos y el centro de éste lo cabeceó, solito, Robinho, que lo festejó con Schuster y se creció. Forzó luego un penalti, lanzado a las nubes por Van Nistelrooy, y firmó el triunfo con un punterazo certero. Casillas, que ya había ganado un mano a mano con Djordkevic, evitó el empate de Darko antes de que Balboa rematara la faena.

Ficha técnica:

Real Madrid: Iker Casillas, Salgado (Higuaín, min. 64), Sergio Ramos, Metzelder, Marcelo, Robinho, Gago, Guti, Sneijder (Balboa, min. 82), Raúl (Miguel Torres, min. 87) y Van Nistelrooy.

Olympiacos: Nikopolidis, Torisidis, Antzas, Julio César, Raúl Bravo (Zewlakov, min. 74), Galletti, Patsatzoglou, Stoltidis, Ledesma (Núñez, min. 85), Djordjevic y Lualua (Kovacevic, min. 71).

Árbitro: Tom Henning (Noruega). Expulsó a Torosidis (min. 12).

Mostró amarilla a Salgado, Djordjevic, Robinho, Patsatzoglou, Galletti y Antzas.

Goles:

1-0, min. 2: Raúl la empuja tras un rechace del portero.

1-1, min. 7: Galletti culmina con la zurda una gran jugada de Djordjevic.

1-2, min. 46: Djordjevic, libre de marca, remata con la espinilla tras un saque de falta.

2-2: min. 68: Robinho cabecea en el segundo palo un centro de Sergio Ramos.

3-2, min. 82: Robinho recibe de Van Nistelrooy y remata de puntera.

4-2, min. 92: Balboa, a la media vuelta.

Incidencias: Tercera jornada de la Liga de Campeones en el grupo C, donde también se encuentran el Werder Bremen y el Lazio. No se llenó el Bernabéu en una noche que amenazaba lluvia.