Niños chinos sufren abusos por las ambiciones olímpicas de sus padres

Marga Zambrana

DEPORTES

05 oct 2007 . Actualizado a las 09:50 h.

Nadar durante tres horas con manos y pies atados a los 10 años de edad o recorrer 3.550 kilómetros en menos de dos meses a los 8 son algunos de los casos más recientes de entrenamientos paternos en China para conseguir un hijo olímpico y que son catalogados por los expertos como maltrato infantil.

El primer caso se registró en la provincia de Hunan, cuando una niña de 10 años, Huang Li, nadó durante tres horas atada de pies y manos en el río Xiangjiang. Su padre, el profesor de secundaria Huang Daosheng, que actúa como su entrenador, dijo que quería mejorar la resistencia de la niña para realizar su sueño, según él, de cruzar a nado el canal de la Mancha y convertirse en nadadora olímpica. El experimento terminó cuando la madre decidió que la pequeña tenía que comer. «Sé que puede continuar, pero temo que pueda estar en peligro. Hace frío y sólo ha comido un bol de fideos antes de empezar a nadar», explicó.

Huang nadó sin protección ni seguro. «La próxima vez nadará más tiempo y la seguiré en un bote para garantizar su seguridad», indicó el padre, que el año pasado la hizo nadar nueve horas seguidas 14 kilómetros.

En agosto la pequeña Zhang Himin, de 8 años, llegó a Pekín tras recorrer 3.550 kilómetros en menos de dos meses desde la isla de Hainan, en el extremo sur de China, bajo un estricto plan de entrenamiento ideado por su padre. Durante los 55 días que duró el recorrido, la niña se levantó a las dos y media de la madrugada para recorrer 65 kilómetros diarios mientras su padre, Zhang Jianmin, un empresario, la seguía en una bicicleta motorizada. Estaba convencido del potencial olímpico de su hija. Sin embargo, para Liu Hong, director de la Federación de Deportes Escolares de China, el maratón de Zhang es «extremadamente duro incluso para un adulto. Seguro que le provocará daños», vaticinó. El padre se defendió: «Hago que el entrenamiento sea divertido para ella. No la obligo. Le encanta correr. Tanto si la gente se opone como si no, seguiremos adelante». La madre había pedido el divorcio por la forma en la que el padre entrena a su hija desde los 3 años, y él reconoció que castigaba físicamente «de forma esporádica» a la pequeña «porque los niños a veces requieren autodisciplina».