El Celta se estrella ante el Éibar y se precipita hacia la zona de descenso

Víctor López

DEPORTES

Ha sumado un punto de los nueve en juego en un horroroso inicio de campeonato del equipo de Stoichkov

09 sep 2007 . Actualizado a las 02:49 h.

La alarma de incendios ha saltado en Vigo en la tercera jornada de Liga. Un punto de nueve posibles en Liga -ante dos rivales recién ascendidos-, eliminado de la Copa del Rey a la primera, y un bloque inexperto que ofrece muchas dudas, es la imagen que el Celta ha ofrecido en su reencuentro con la Segunda División. Las sensaciones son malas y la clasificación peor. El equipo vigués no está aún en puestos de descenso pero es probable que al término de esta jornada se encuentre inmerso en la zona roja de la tabla.

La alineación celeste buscaba el plan B de salida y eso era de agradecer. Dos puntas, un pivote ofensivo, como Jorge Larena, y un deseo de generar más juego de ataque que en los anteriores partidos. A los pocos aficionados que acuden a Balaídos le apetecen caras nuevas, y la de Quincy es de la que espolean. Su soplo de aire fresco duró unos minutos, pero sirvió para ver la necesidad que la grada tiene de un fútbol alegre.

Un par de errores defensivos pudieron costarle al equipo vigués verse pronto por detrás en el marcador. Primero Altuna se deshizo por velocidad de Peña y su disparo se marchó por poco. Después Rubén no acierta en el despeje, y Codina provoca el paradón de Pinto a mano cambiada.

La mejor jugada viguesa partió de Diego Costa, su jugador más incisivo. El brasileño ofreció a Manchev metros para que en su carrera pudiese tener verticalidad. Llegó forzado al momento decisivo, y le faltó compañía. No tuvo acompañamiento ni en esa, ni en la mayoría de llegadas de las que dispuso.

En la reanudación llegó la gran oportunidad local. Diego Costa había pasado a la banda izquierda y desde allí envió un gran pase a Manchev. Alaña no estuvo acertado y el gol del búlgaro lo evitó el poste. Antes de que los minutos pasaran, Stoichkov buscó un cambio. Vitolo pasó al centro para que Larena se situase como media punta y apostó por un 4-2-3-1 con Manchev en la derecha y Costa en punta. La solución evidenció por un lado que el brasileño es más ariete, y por otro que el búlgaro crea más peligro saliendo desde más atrás. El experimento duró doce minutos porque entonces Dani Abalo entró en la derecha. La variación coincidió con una venida abajo de las buenas intenciones viguesas.

El canterano Abalo sirvió a Costa la ocasión para el Celta de variar su triste destino. No sucedió y poco después, entre Medina y Zurutuza se bastaron para burlar a toda la zaga céltica. Una sola llegada, y un gol que arruinó el buen propósito local. La bisoñez que se le presumía al Éibar, la tuvo el equipo llamado a pelear por el ascenso y por lo visto, parece que no va a ser la última vez que esto suceda.