La mejor jugada viguesa partió de Diego Costa, su jugador más incisivo. El brasileño ofreció a Manchev metros para que en su carrera pudiese tener verticalidad. Llegó forzado al momento decisivo, y le faltó compañía. No tuvo acompañamiento ni en esa, ni en la mayoría de llegadas de las que dispuso.
En la reanudación llegó la gran oportunidad local. Diego Costa había pasado a la banda izquierda y desde allí envió un gran pase a Manchev. Alaña no estuvo acertado y el gol del búlgaro lo evitó el poste. Antes de que los minutos pasaran, Stoichkov buscó un cambio. Vitolo pasó al centro para que Larena se situase como media punta y apostó por un 4-2-3-1 con Manchev en la derecha y Costa en punta. La solución evidenció por un lado que el brasileño es más ariete, y por otro que el búlgaro crea más peligro saliendo desde más atrás. El experimento duró doce minutos porque entonces Dani Abalo entró en la derecha. La variación coincidió con una venida abajo de las buenas intenciones viguesas.