Óscar Pereiro: «Tengo un fuerte dolor en la cadera, pero nada más. Estoy vivo y con salud»

M. F.

DEPORTES

03 sep 2007 . Actualizado a las 02:28 h.

Óscar Pereiro entraba en el autobús del Caisse d'Epargne con rostro serio. El gallego fue uno de los implicados en la caída que se produjo a dos kilómetros de la línea de meta. Todo un contratiempo para uno de los aspirantes al triunfo en esta Vuelta a España. «Tengo un dolor en la cadera que esperemos que no sea más que eso, un simple dolor. Estoy vivo y estoy con salud», explicó. A última hora de la noche de ayer, el Caisse d'Epargne indicaba que la caída no tenía consecuencias graves para el corredor. De hecho, Pereiro ni siquiera fue sometido a pruebas médicas.

Tras cruzar la meta, Pereiro tenía el gesto propio del que ha sido víctima colateral de una batalla que le es ajena. «Ha sido el típico forcejeo entre los esprínteres y, claro, la carretera no es más ancha de lo que es. Alguien ha cerrado a Daniele Bennati y nos hemos ido al suelo todos. A veces quieres estar delante para que no te pille una caída y al final puede ser peor», explicó el virtual ganador del Tour de Francia del 2006.

El gallego aseguró que su caída no se debió a la toma de riesgos innecesarios. «Tampoco estábamos arriesgando. Si se caen por delante, ¿qué vas a hacer tú? No puedes frenar. Ésta era una llegada complicada que podía cortarse en algún momento, porque había un repecho final. Y si un día como éste te dejas diez segundos luego te meten caña los periodistas y todo el mundo», añadió.

Visita familiar

A Pereiro lo esperaba en el autobús su familia. María, su mujer, no disimulaba su preocupación. Carmen, la madre del corredor, lamentaba la mala suerte de su hijo en la etapa compostelana. El único que era ajeno a la caída era Juan, el niño del ciclista mosense. Lloraba, sí. Pero sólo porque quería estar todo el rato en brazos de su padre. Al oír el llanto, los corredores del Caisse d'Epargne pidieron a la madre que subiera al pequeño al autobús.