María Vasco, bronce en 20 kilómetros marcha

DPA

DEPORTES

La española repite la medalla que logró en Sídney.

31 ago 2007 . Actualizado a las 18:57 h.

Siete años después de su bronce olímpico en Sydney, la española María Vasco no sabía hoy si reír o llorar tras volver de nuevo al podio de un gran campeonato, el Mundial de atletismo de Osaka. «¡Campeonas, campeonas!», cantaron sus compañeras de selección María José Poves y Beatriz Pascual agarrando entre ellas a la nueva medalla de bronce de los 20 kilómetros marcha.

Vasco cruzó hoy la meta agitando el puño, celebrando un metal que llevaba esperando mucho tiempo, un metal que la impulsa a seguir peleando un año más y que aleja los fantasmas de una retirada que no deseaba. «He disfrutado. Eso es complicado en una carrera de 20 kilómetros. Pero he venido a disfrutar. No tenía miedo. ¡Qué hora y media más bonita, por favor!», aseguró tras cruzar la meta en 1:30:47, por detrás sólo de las rusas Olga Kaniskina y Tatyana Shemyakina.

Era momento de disfrutar, pero también de recordar. Y en el recuerdo estaba escondido el llanto. Vasco lo ocultó todo lo que pudo, pero sus ojos vidriosos y su voz quebrada le traicionaron.

La marchadora española, de 31 años, perdió a su padre en marzo del año pasado, y evocar hoy su recuerdo la emocionó. Ya intentó dedicarle una medalla en el Europeo de Gotemburgo el año pasado, pero la ansiedad le pudo y terminó en una discreta décimo quinta posición. Un año antes había sido cuarta en el Mundial de Helsinki, pero ya se sabe que en el atletismo, el cuarto es el lugar más ingrato. «Aquí si no se consigue medalla es como si nada», dijo.

«Quedar la 15 en un Campeonato de Europa no es fácil. Quise demostrarle a mi padre (ya fallecido) que podía continuar, pero...», señaló la española, que admitió haberse planteado en algún momento la retirada.

Sin embargo, Vasco es una «cabezota» (testaruda), como ella misma se define, y decidió que si volvía a intentarlo era para estar delante. «Yo siempre entreno para ser la mejor», afirmó.

Hoy, cuando discurría el kilómetro 17, escuchó de nuevo la voz de su padre diciendo «María, venga que es la recta final». Una recta final que le ha devuelto de nuevo al primer plano, el que da subir al podio, aunque sea al último escalón. «Chicos, ya tenéis una medalla de bronce», espetó a los periodistas.

Y su mente piensa en otras. En los Juegos Olímpicos de Pekín, los cuartos en los que partipará, la española ya no se conforma con ser finalista. «Voy a intentar estar adelante».