Los problemas desbordan al jefe perfeccionista

DEPORTES

06 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

redacción | Para Ron Dennis, el camino más corto entre dos puntos no es una recta. Las detesta. Por eso prefiere circuitos enrevesados para sus McLaren, como los de Hungría o Mónaco, donde los Ferrari no pueden explotar su motor más potente. Al hablar, Dennis, de 60 años, también prefiere las curvas, los circunloquios, evita los mensajes cortos y regala detalles que no se le piden. Es tan extremadamente meticuloso que sus familiares ya hablan de la jerga de Ron. Aseguran, exagerando, que, en lugar de «motor», Dennis prefiere hablar de «sistema de conversión de hidrocarburo sintético generador de potencia a energía mecánica». No es el camino más corto, pero Ron sabe que así no deja cabos sueltos.

Su perfeccionismo y su meticulosidad son casi enfermizos, hasta el punto de dejar en las habitaciones de los hoteles las toallas totalmente dobladas, aunque sepa que su destino final sea la lavadora. Pero su exquisita educación no le ha granjeado muchos amigos en la fórmula 1. Al contrario: el patrón de McLaren es una de las figuras más impopulares del paddock.

Ron Dennis encierra una curiosa paradoja: tan pendiente de los detalles, se apoya en su intuición a la hora de tomar las decisiones más importantes. Así fue como apostó por Niki Lauda a principios de los ochenta, luego por Alain Prost, y más tarde por Ayrton Senna, pilotos que encumbraron su escudería.

Mecánico a los 16

Desde pequeño, Dennis estuvo vinculado al mundo de las cuatro ruedas. Con 16 años ejercía de aprendiz de mecánico en el circuito inglés de Brooklands. Dos años más tarde ya reparaba el monoplaza del piloto austríaco Jochen Rindt, quien se lo llevó cuando fichó por Brabham. Posteriormente formó su propia empresa, Rondel Racing, junto al mecánico Neil Trundle. La carrera de Dennis como mánager se fraguó por culpa de un grave accidente de tráfico en 1972, que lo obligó a tomar reposo durante tres meses. Hombre de importantes contactos, en 1981 vinculó su empresa a la de McLaren, arrastrando otros dos imporantes miembros: el patrocinio de Marlboro y los petrodólares del saudí Mansour Ojeh. Si bien la composición accionarial de la escudería británica es una información rodeada de hermetismo, en la fórmula 1 se estima que Ron Dennis es propietario del 15 por ciento, mientras Mercedes posee el 40 y la familia real de Bahréin un 30 (el 15 restante se reparte entre accionistas menores).

Ron Dennis, padre de tres hijos, y con el título de caballero del Imperio británico, incorporó a Fernando Alonso a su proyecto megalómano con sede en su Wocking natal, donde se alza la sede diseñada por Norman Foster.

Con más de un cuarto de siglo al frente de la escudería, Ron Dennis está reviviendo, con Alonso y Hamilton, uno de los peores episodios de su carrera, cuando tuvo que contemporizar entre Senna y Prost en la década de los ochenta. De forma paralela mantiene un frente abierto con la FIA y Ferrari por una acusación de espionaje, donde de nada han servido las rutilantes subordinadas de la jerga de Ron. Demasiado para un hombre que quería dejar todo bien atado antes de jubilarse junto a su esposa Lisa.