Contador prueba a Rasmussen y Vinokourov vuelve a ganar

La Voz

DEPORTES

El kazajo firmó un triunfo épico y el español atacó en la última cima

23 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

En Casi nadie puede permitirse el lujo de consolarse con un triunfo en los Pirineos. Alexander Vinokourov, que se derrumbó el domingo camino de Plateau de Beille, sí. Pero su espíritu indomable emergió de de nuevo rumbo a Loudenvielle para presentarse en la meta en solitario. «Vino es de los que pueden liártela atacando a más de cien kilómetros de meta», dijo hace dos días Óscar Pereiro. El kazajo sabe que sus rodillas lo condenan a ser el Guadiana de la carrera. Por eso ha pasado de lobo a zorro. Se ha reconvertido. «La general se ha acabado para mí. Ahora sólo me quedan los triunfos de etapa», reconocía el kazajo. Los Pirineos siguen centrifugando esa clasificación, pero dos hombres se mantienen firmes, ajenos a la montaña rusa. Michael Rasmussen y Alberto Contador. Los dos volvieron a llegar juntos a la meta por delante del resto de aspirantes. Protagonizaron un nuevo cara a cara. Sin Evans, Kloden y Sastre. El madrileño prometió probar al líder y cumplió su palabra. Lanzó cuatro ataques en el Peyresourde como hacía tiempo que no se veían en la ronda francesa. En sus cambios, rasgó las rampas como Perico Delgado. Rasmussen resistió, pero tuvo que aplicarse. Contador asegura que no dará su brazo a torcer hasta los Campos Elíseos. Vinokourov intervino en casi todas las escaramuzas de cabeza antes de que se formara la fuga definitiva. En una de esas escapadas abortadas estuvo Óscar Pereiro. El gallego intentó marcharse en el kilómetro diez junto a Moreau, Menchov, el propio Vinokourov y Valverde. Pero el grupo fracasó. Demasiados ilustres. El gallego se descolgó después en el puerto de Bales. Más tarde se articuló la fuga del día, con más de veinte corredores entre los que figuraban el kazajo, Menchov, Hincapie y Haimar Zubeldia. Pero el pelotón se fue desintegrando hasta que el ciclista del Astana se quedó solo. Con el mejor corredor francés en la plaza 32 de la general, a más de cuarenta minutos del líder, la prensa local intentó enturbiar la épica para resucitar el fantasma del dopaje lanzando dudas sobre Rasmussen. A algunos les cuesta creerse el Tour si no es para ellos.