Reina mete al Liverpool en la final de la Champions

La Voz A. T. | LIVERPOOL

DEPORTES

Phil Noble

Paró dos lanzamientos en la tanda de penaltis contra el Chelsea

01 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Pepe Reina se convirtió otra vez en el héroe de Anfield. Sus paradas a Robben y Geremi en la tanda de penaltis y la efectividad de sus compañeros permitieron al Liverpool, dos años después, repetir la final de la Liga de Campeones. Fue un duelo con todo el sabor añejo de los grandes partidos de la historia de la competición. Era un partido de verdad mucho antes del comienzo. Anfield entonó su sempiterno You'll never walk alone (Nunca caminarás solo ) y encendió el polvorín. La grada se convirtió en un verdadero duodécimo jugador, algo que los profesionales de la pelota siempre reclaman. Y sus idolatrados futbolistas hicieron el resto. Derrocharon un esfuerzo físico espectacular a la búsqueda del gol que empatase la eliminatoria. El balón corría a una velocidad endiablada. Benítez decidió sacrificar al centrocampista tolosarra por el músculo de Mascherano, incorporó a Zenden en el costado izquierdo y retrasó a Riise al lateral. El planteamiento le salió a la perfección. Sus hombres avasallaron al Chelsea, incapaz de contener la estampida roja. El empate, curiosamente, no llegó en uno de estos empujes ingleses sino de la estrategia. Mientras todos los jugadores esperaban que Gerrard centrara una falta lateral, el alma de la afición pasó en raso a Agger para que marcara. La semifinal estaba empatada. Pero el Chelsea sacó los dientes y Drogba puso a prueba a Reina. Al Liverpool le dio igual. Siguió con su bendita locura atacante. Crouch cazó un centro de Pennant, que paró el portero checo; Cech hizo lo mismo con un derechazo de Zenden. Pero fue Kuyt quien se quedó con la miel en los labios. Su tiro se fue al larguero. La prórroga era el siguiente capítulo para este drama, donde las cosas cambiaron de color. El Chelsea se hizo con el dominio. En medio de los calambres, el Liverpool pudo acabar con el partido. Otra vez Kuyt se encontró con su maldición checa. Marcó, pero su gol fue anulado por fuera de juego. Llegaron los penaltis y ahí estaba Reina para hacer historia.