El Dépor desquicia al Betis, pero regala dos puntos

La Voz

DEPORTES

C. Quicler

Robert empató tras un penalti de Lopo en el minuto noventa

15 oct 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Desde la llegada de Joaquín Caparrós, el Dépor goza del don de cabrear a la parroquia bética como pocas cosas en esta vida. El año pasado, cero a uno en el último minuto en un contraataque tras asomar la nariz de la trinchera. Ayer, de nuevo iba cero a uno, con el personal alterado, y más argumentos y menos estrés que el rival. Pero llegó Lopo y pegó su mano al balón dentro del área en el minuto noventa. Al final, uno a uno y cara de tontos. Daba gusto presenciar el partido en el Manuel Ruiz de Lopera. Más allá de las carencias futbolísticas de dos equipos en período de rodaje, quizás haya que agradecer las palabras de Joaquín Caparrós y Antonio Barragán en los últimos días. El Dépor salió enchufado contra el vecino rival del técnico y del lateral. Y los verdiblancos, con Javier Irureta en el banquillo, arrancaron dispuestos a brindar la primera victoria del vasco frente a su ex equipo. El mano a mano empezó con un Deportivo queriendo manejar el partido haciendo propósito de enmienda. Presión, actitud, juego (tímido) por las bandas y ciertos empellones en el área de Doblas. Los contraataques eran sello verdiblanco en estos minutos, como el estilo marca de la casa Irureta: inicio por el centro, apertura a las bandas y remate en el área. Las jugadas del abecé eran contadas, pero efectivas. Al menos, impedían el propósito deportivista de manejar los tiempos del partido. De vez en cuando, ambos equipos se enzarzaban en un intercambio de golpes en los que el Dépor imprimía, sobre todo, ímpetu, y el Betis, velocidad. Sobis, Xisco y Maldonado se pusieron pesaditos a latigazo limpio sobre la portería de Aouate. Resultado: a pesar de la falta de eficacia de los dos contendientes de cara al gol, el partido estaba entretenido y mantenía al público enganchado. Tanto, que en el treinta y siete, una posible falta sobre Arbeloa en la prolongación del área propia derivó en una tangana de mucho ruido y pocas nueces que el público sentenció cargando contra Caparrós, a quien responsabilizaba de la agresividad de un Dépor antaño blandengue. El descanso llegó con el partido roto por todos lados, el Betis remando con más corazón que acierto y el Deportivo diluyendo contraataques en el área rival. El partido se retomó con un susto provocado por un error de Aouate, el contrapunto en las botas de Juan Rodríguez y, casi sin respirar, un golazo de esos psicológicos fruto de un disparo de Arizmendi desde treinta metros. Y todo, en tres minutos. Caparrós recuperó la disposición habitual de sus hombres e Irureta reaccionó rápido con los cambios. Pero el Dépor, a favor de corriente, es mucho. Le bastaba una buena dosis de orden y la voluntad de mantener alejado al rival para llevarse el partido. El Betis no arrojó la toalla, y luego todo fue frenesí: el cuadro coruñés se quedó con diez. El Betis lo emuló diecisiete minutos después. Y Lopo metió la mano y la pata cuando casi todo el equipo estaba colgado de su larguero.