El Deportivo recupera un carril

La Voz

DEPORTES

El jugadón de Iván en Málaga llegó por una banda derecha estéril hasta ese momento y permitió a a los coruñeses salvar un punto con un gol de Valerón

06 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Una carrera de cincuenta metros y un pase de gol a Juan Carlos Valerón lanzan al estrellato al joven Iván Carril, que sacó de la mediocridad al Deportivo en Málaga para salvar un punto en un partido realmente flojo. «Es que hubo un jugador del Málaga que arrancó con él y no fue capaz de alcanzarlo», se maravillaba Valerón después del encuentro. La Liga ha descubierto la potencia de un futbolista que luce un look tipo Karpin y que no estaría mal que empezase a parecerse a él por arrancadas tan explosivas como la de ayer. Con Iván, el Deportivo recupera el carril derecho, esteril hasta la fecha en la irregular temporada del equipo. Con Víctor lesionado, había un gran desequilibrio entre la hiperactividad de Munitis en la izquierda y el páramo del lado contrario, sin excesivas soluciones ofensivas. La cojera atacante del Deportivo se compensó esta vez con la potencia y la calidad de Iván, que resolvió la jugada con una experiencia impropia de un futbolista de sus años. Levantó la cabeza y colocó un centro medido para el remate de Valerón. Con esa jugada, el Dépor logró revertir una situación delicada. El equipo se había conjurado esta semana para no repetir el pésimo segundo tiempo de San Sebastián, casi una obsesión para la plantilla. Y en realidad lo consiguió, porque lo que fue clavado al de Anoeta fue el primer tiempo, con la única diferencia de que el Málaga no marcó. Lo impidieron el poste, cuando Navas peinó un balón, y Molina, cuando se encontró con un remate a bocajarro de Salva. El Dépor reeditó hasta el descanso todos los defectos de San Sebastián: jugó sin tensión, sin precisión en la salida y sobre todo muy atrás en el campo. Tan atrás, que fue encerrado en el área por el Málaga. En realidad fue un duelo aburrido entre dos conjuntos ayer mediocres. El Dépor tardó demasiado en darse cuenta de los problemas que le ocasionaba un campo en pésimas condiciones y que favorecía el fútbol directo del adversario. En el desierto futbolístico de los coruñeses sólo la estrategia -una vez más- mantenía viva la esperanza. La conexión Munitis-Tristán empieza a ser un clásico. El centro de Pedro en las faltas suele ser preciso y complicado para los porteros por su profundidad. Cualquier toque puede meter el esférico en la portería, y así estuvo a punto de marcar Diego en dos ocasiones. En una no llegó y en otra se la encontró Arnau. El efecto San Sebastián se tradujo en dificultades serias para sacar el balón jugado. La defensa terminó por desesperarse y rifar el balón para enlazar directamente con dos delanteros que no destacan por su movilidad. La pasividad sin balón de Valerón y Tristán explican en buena medida la incapacidad de maniobra de los blanquiazules en un pésimo primer tiempo. Sin desmarque arriba, los centrocampistas se ahogaron en la presión del rival y el equipo perdió siempre la pelota. Tristán y Valerón se desquiciaron y discutieron en el campo. Todo cambió en la reanudación con el rápido gol del Málaga, un error de colocación de casi toda la defensa coruñesa y en el que Héctor quizá pudo hacer algo más. Pero el cambio se produjo sobre todo porque los locales cedieron campo al Deportivo, que lo aprovechó muy bien. El conjunto coruñés mereció entonces el empate en acciones de Coloccini y, sobre todo, de Diego Tristán, que mandó de palo a palo un buen envío de Héctor. Tampoco se entiende muy bien el cambio de actitud del equipo de Caparrós a partir del gol en contra, algo que recuerda viejos defectos que no deberían volver a instalarse en el vestuario de Riazor.