El Dépor cosecha un punto en un duelo de poco rigor defensivo

La Voz

DEPORTES

C. Quián

La estrategia salva otro partido, esta vez por una falta que remató Tristán

24 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Sir Alf Ramsey dirigió a la selección inglesa que ganó el Mundial de 1966 y está considerado el padre del 4-4-2. En el país de los extremos, Ramsey sorprendió a medio mundo al prescindir de las bandas 40 años antes que Vanderlei Luxemburgo. Sus equipos eran conocidos como «maravillas sin alas», porque, en realidad, el inventito de sir Alf convertía a los extremos en interiores con responsabilidad defensiva. Su repliegue sentó las bases del sistema más empleado en el fútbol actual, considerado en táctica como defensivo. Pero por encima de dibujos, son los futbolistas los que determinan su funcionamiento, como sucedió en La Romareda. Porque ¿Savio y Ewerthon son extremos o interiores? Son balas, y además, delanteros. Desaprovechados, pero delanteros. Es un poco lo que sucede en el Barcelona con Giuly y Ronaldinho. El 4-4-2 del Dépor se parecía mucho más al de sir Alf, con Munitis ocupado en defender y con un pivote reconvertido en la otra banda. Caparrós no tiene extremos y es evidente que busca soluciones desesperadamente: Rubén, Scaloni, De Guzmán.... Usa lo que puede, que además es lo que tiene. Pero ni rastro de los extremos. Este verano pidió un jugador que no vino, e Irureta llevaba varios años reclamando alas sin éxito. Así, el Deportivo es más equipo, pero la velocidad la pone el adversario. Pero volvemos a lo mismo: son los jugadores los que hacen la táctica, y las mejores combinaciones del Dépor llegaron por Valerón, con libertad en el centro. ¿En qué puesto encaja El Flaco dentro de un 4-4-2? Con el talento gana el fútbol y se desvanece la táctica. A veces en exceso, y eso tampoco es bueno: el Deportivo se fue del partido en el primer tiempo por la defensa. Media hora de desajustes fueron suficientes para dejar el encuentro patas arriba y con un gol en contra. El error colectivo de la defensa en el minuto 12 no era el primero que se producía. Antes hubo varios, producto de la movilidad de Savio y, sobre todo, de Diego Milito. El delantero sacó del área a Coloccini y creó un agujero en el centro que, por suerte para el Dépor, no supo aprovechar Óscar. Los errores de la zaga convirtieron a Molina, excelente, en el mejor de un equipo poco riguroso tácticamente anoche. Si el Dépor volvió al partido no fue por su rigor defensivo, pues en un equipo demasiado estirado faltaron apoyos avanzados de las líneas de atrás. Tampoco fue Valerón el motivo de que resurgiese el equipo. Un día más, el Dépor se agarró al trabajo de Caparrós en la estrategia. El empate vino del lanzamiento de una falta, pero es que casi todas las acciones peligrosas de los coruñeses se gestaron a balón parado.