Entrevista | Alfredo Santaelena Aguado | Hoy se cumplen diez años desde que el Deportivo ganó la primera Copa y el héroe de aquella noche recuerda la hazaña en el escenario en compañía de sus dos hijos
26 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.Aquella noche brilló más que ninguna estrella en el Bernabéu. Alfredo Santaelena (Madrid, 13 de octubre de 1967) será recordado siempre por aquel gol que marcó al Valencia la noche del 27 de junio de hace hoy diez años. Un tanto que ningún deportivista ha olvidado y que a él lo ha llevado a figurar en la historia dorada del club. -Aunque no lo quiera me tienen que venir, porque están siendo continúas las llamadas de los medios de comunicación. Siempre está bien recordar los instantes felices. -Antes de ese tanto, usted ya había marcado otro decisivo en una final, la que le dio al Atlético la Copa del 92. ¿Son comparables? -Se pueden comparar en el sentido de que en el 92 logramos el primer título de la era Gil y en el 95 el primero del fútbol gallego. Pero nada más. Porque el Atlético era un club más acostumbrado a ganar que el Dépor, un novato entre los grandes. Y eso se nota en la gente. Mientras en Madrid son raros los casos en los que alguien se me acerca y me comenta algo de aquella final, en A Coruña aún me paran y me dicen: «Gracias por el gol, Alfrediño». -¿Pero eso le sucede todavía? -La verdad es que sí, y aunque me gusta, hay cosas que me dan mucha vergüenza. -Cuénteme lo que más le ha sorprendido con el paso del tiempo. -Hará dos años estaba una noche por el Orzán y un grupo de chavales se pararon ante mí arrodillados, gritando mi nombre y haciéndome gestos de adoración. Joder, fue una pasada. Pero me corté mucho. Alfredo estuvo el pasado viernes en el Santiago Bernabéu en compañía de sus dos hijos, Alfredillo (7 años) y Andrea (3), a los que relató orgulloso su hazaña. -¿Ha sido la primera vez que lo acompañaron al estadio de su conquista? -Sí. Fue divertido. De todos modos, casi no pude ni explicarles cómo fue la acción, porque Alfredillo se la sabe de memoria y era él quien la contaba. No tuve ni que decirle en qué portería fue, porque ya la sabía él. -Usted ha contado en más de una ocasión que de pequeño le ponía el vídeo del gol para que comiera. -Al principio se lo ponía yo, pero cuando aprendió a manejar el vídeo era el mismo el que lo ponía. Si es que lo ha visto mil veces. Es más, me rompió la cinta de la final de tanto verla. Tuve que encargar otra. -Estará orgulloso de usted. -Yo creo que sí. Lo bueno es que al principio, cuando empezaba a ver fútbol y yo le decía que había sido jugador, no me creía. Le contaba que había sido compañero de Bebeto y de Rivaldo, pero nada. El chaval me miraba y me decía: «Pero, papá, cómo ibas a jugar tú con Rivaldo, si él es buenísimo». Mira que me costó hacerle ver que era cierto. Al final, conseguí que me creyera y, es cierto, pienso que sí que está orgulloso de mí.