El Deportivo empata en Anfield tras el acoso sin derribo local

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade LIVERPOOL

DEPORTES

El equipo coruñés resistió la avalancha de un Liverpool que perdonó sus ocasiones.

19 oct 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Un Deportivo que no crea ocasiones es medio Deportivo, que es lo que se vio anoche en Anfield. Los coruñeses se limitaron a resistir y dieron por bueno al final un empate muy discutible ante un Liverpool que avasalló a los blanquiazules. La Liga de Campeones se tambalea al ritmo de la mediocridad de este Deportivo. El equipo es en Europa un funambulista sin red, obligado ahora a recorrer una distancia eterna sobre su cuerda endeble en sólo tres partidos. Aun así, la igualada deja abierta la puerta de la clasificación. El equipo suma dos puntos en tres partidos. Irureta prevenía un día antes sobre la intensidad del Liverpool. Benítez perfila un nuevo Valencia, un equipo duro y muy físico por ahora en gestación, pero ya peligroso. Y la respuesta del técnico fue dar entrada a Mauro y a aDuscher en el doble pivote. Y aunque la intensidad del Liverpool no es ni de lejos la del Manchester de hace dos temporadas, fue suficiente para poner patas arriba el Dépor, con serios problemas para contener la avalancha roja en el primer tiempo. La velocidad de Baros y, sobre todo, su facilidad para proteger el balón, amargó la existencia a los pivotes cuando buscó la posición de éstos para iniciar desde ahí sus veloces incursiones. Manuel Pablo salvó dos goles al enmendar errores previos, Molina sacó otro y sólo la fortuna (increíble lo que falló Baros anoche) evitó el éxito del Liverpool en su operación de acoso sin derribo, demoledora en cualquier caso para los blanquiazules. El Dépor resistía el chaparrón, pero su empalizada amenazaba con derrumbarse. Maniatado en su salida por la presión del adversario, el equipo estaba a merced del Liverpool. Con Valerón destrozado por Hamann (parece que Benítez conocía al canario), los extremos y Pandiani no veían un solo balón y de nuevo el Dépor era víctima de la limitación de recursos que exhibe para crear juego. El silbato del árbitro en el descanso fue como la campana en el boxeo para un Deportivo al borde del k.?o. La única ocasión de los coruñeses hasta entonces había llegado a la salida de un córner en el que César tuvo la mala suerte de encontrar a Riise debajo de la portería. El cabezazo era de gol. Una evidencia: entre el comportamiento físico del Deportivo y el del Liverpool hay un abismo, algo obvio en el repliegue, por ejemplo. Esto se traduce además en una respuesta táctica mucho más eficaz del adversario, que se cierra con más orden y eficacia. Contra el Mónaco se observó algo parecido y puede que, como dice Irureta, sea una característica del Dépor. Pero es un tremendo problema ahora que el equipo juega poco. El rapapolvo en el descanso debió de ser positivo, porque el Dépor mejoró en la segunda parte. Primero aguantó mejor al Liverpool, que ya no llegaba tan suelto. Después hasta se acordó de jugar. Un par de centros de Víctor, algún intento de Luque... Mínimo bagaje para un semifinalista europeo. Lo mejor, sin duda, la mejoría de la zaga tras el descanso.