El Madrid cae con estrépito en campo del Leverkusen

M. Vivero LEVERKUSEN

DEPORTES

El Bayer goleó a un conjunto apático y que mostró múltiples carencias

15 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

El Real Madrid, con su técnico José Antonio Camacho a la cabeza, completó en el BayArena de Leverkusen el mayor ridículo de su historia reciente en Europa, una debacle sin paliativos que puede marcar un punto de inflexión y abrir los ojos a Florentino Pérez sobre los problemas de una plantilla veterana y descompensada. Con su calamitosa puesta en escena en la Champions , el Madrid tiró por la borda un pedacito, aunque sea diminuto, de su inmenso prestigio, evidenció de nuevo ser un equipo hastiado de ganar y competir, y rebosó de optimismo a todos sus grandes rivales. Las broncas de Camacho, sus gritos, deben de traducirse ya en soluciones. La mejor lectura que pueden hacer los blancos de esta severa derrota ante el rival de la novena es que se trata sólo del primer partido, que esto es una liguilla, y que los grandes púgiles siempre se vienen arriba después de encajar un golpetazo. Pero la reacción debe de ser inmediata porque la pinta del equipo no puede ser peor. Este Madrid, nefasto en todas sus líneas, sin frescura, sin capacidad de reacción y anímicamente deprimido, es el mismo que se arrastró en el último tramo de la pasada campaña. Si el equipo de la aspirina no firmó una goleada escandalosa fue por falta de puntería de sus delanteros en el primer tiempo, donde Casillas estuvo soberbio, y porque se dejó llevar tras anotar el tercero con todavía más de media hora de partido por delante. Camacho y sus hombres, los titulares de siempre con el lento Walter Samuel ya recuperado en lugar de Raúl Bravo, deben utilizar el vídeo de Leverkusen como manual para aprender de una vez por todas la lección. El equipo agravó todos sus errores recurrentes. Ante un rival bien plantado, rápido, el Madrid agonizó desesperado. Careció de movilidad, de circulación de balón, de capacidad de presión y de carácter. Con Helguera y Beckham incapaces de construir, perdió un sinfín de balones. Cuando ya no había remedio, Camacho, desencajado, que ya había sustituido antes a Zidane, introdujo a Celades y Solari por Ronaldo y Figo. Fue la cumbre del desatino de un equipo que no es ni la sombra de lo que fue.