Alonso se fogueó en Galicia

Xosé Ramón Penoucos Blanco
X. R. Penoucos CHANTADA

DEPORTES

ALBERTO LÓPEZ

El tercer clasificado en el Gran Premio de Malaisia era un habitual de las pruebas de karts de Chantada y Muimenta, lugares en los que conserva entrañables amistades

24 mar 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

«Me gusta como pilotas, ¿quieres que te ayude como mecánico?». La persona que dijo esta frase era Fernando Alonso e iba dirigida al joven piloto chantadino Alberto Fernández Albilares. Transcurría el año 95 y el asturiano ya competía, ganándolo todo, en karts, mientras que Alberto daba sus primeros pasos. La respuesta fue afirmativa y Fernando Alonso se encargó durante cuatro años de mimar los vehículos del que desde ese momento se convirtió en uno de sus grandes amigos. Los conocimientos adquiridos como mecánico fueron muy útiles para el asturiano. «Es una persona que siempre sabe lo que quiere para el coche. Él me enseñó a conocer los problemas del motor por el ruido y es capaz de conocer cualquier complicación que surja en su vehículo sólo con oír el sonido del motor», apunta Alberto Fernández El pasado domingo el chantadino no pudo terminar de ver la carrera de Malaisia de pie. Como todos saben, Fernado Alonso subió al podio mientras que Alberto tuvo que dejar el mundo del motor hace dos años por carecer de patrocinadores. «Fue una alegría inmensa. Sabía que era capaz de hacerlo y ya en Australia pudo conseguirlo si no hubiera tenido mala suerte en una parada en boxes», dice Alberto. Las estancias en casa de Fernando sirvieron a Alberto para perfeccionar su manera de conducir después de las largas sesiones en el circuito asturiano de Noreña. «Corríamos a tope y me daba golpes en el vehículo para que supiera reaccionar en situaciones extremas, en las que era posible perder el control del coche. Aprendí mucho». Ahora que están de moda los sicólogos en el deporte, Fernando Alonso también tiene dotes de motivador, además de un gran espíritu de superación y carácter ganador. «En una prueba del campeonato de Europa yo salía en el puesto quince entre más de cien participantes. En la propia parrilla me dijo que era mejor que le contara a los sobrinos y a los nietos que había entrado entre los diez primeros y no más abajo. Esa frase me tranquilizó mucho y conseguí acabar en la décima posición», afirma Alberto Fernández, quuien guarda como oro en paño en su habitación el casco que Alonso utilizó en el Gran Premio de Canada en el año 2001 cuando defendía los intereses de la escudería Minardi, con la que dio sus primeros pasos en el gran circo de la Fórmula 1.