El Celta logró resucitar de sus cenizas ante el Valencia

JUAN VILLAR VIGO

DEPORTES

XULIO VILLARINO

FÚTBOL / CELTA Ayer se vivió en Balaídos un partido casi de ciencia ficción. Tuvo de todo. Múltiples errores arbitrales, tres penaltis, una expulsión, infinitas tarjetas, ocho minutos de prolongación y alternativas en el marcador. Al final, el Celta sumó su noveno partido consecutivo sin perder y se embolsó los tres puntos, que es lo que cuenta. El equipo vigués sube un puesto y sigue a cuatro puntos de la zona de Uefa. Una mascletá de traca dio inicio al partido de Balaídos.

18 mar 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

Dos equipos que arrastran un calendario muy cargado decidieron quemar sus fuerzas desde el primer instante. Todavía no se había cumplido el primer minuto de juego cuando Vicente aprovechó un pasillo amplio por la banda izquierda para ganar la línea de fondo y enviar un pase de la muerte que no remató el gigante Carew de milagro. La respuesta fue inmediata. Vagner largó un petardazo de larga distancia que obligó a Cañizares a lucirse en una gran estirada. El Valencia tenía la ocasión en bandeja de presentar una candidatura muy seria al título después del tropiezo del Real Madrid, el Barcelona y el Deportivo. El conjunto levantino salió con ambición a por los tres puntos. La movilidad de Kily González y Sánchez por detrás de Carew era un quebradero de cabeza para los zagueros celestes. El argentino ganó nuevamente la línea de fondo y su pase atrás fue desviado por un atento Yago. Las contínuas imprecisiones célticas propiciaron que el Valencia se hiciese dueño y señor del encuentro. El Celta tenía poco jugo que exprimir, evidenció que sus reservas físicas estaban bajo mínimos, y cuando sacaba un gota de clase, está era tan efímera como las figuras de las fallas de Valencia que hoy celebran su día grande. Como en un balón que recibió Catanha de Karpin en el que el hispano brasileño no tuvo la agilidad de enviar al primer toque para el desmarque en solitario de Mostovoi. Muy cansados La fragilidad celeste alcanzó su máxima expresión en la jugada de tiralíneas que concluyó con el primer gol. Angulo recibe en la derecha, ve la entrada en el área de Albelda, cuyo centro remata casi sin oposición Juan Sánchez. El ex-céltico lo celebró como si fuese la final de la Copa de Europa. Si algo no se le podía reprochar a los ocho jugadores que repetían en la formación viguesa respecto al partido del jueves era ganas. Sabedores de que hasta quince días después no volvían a competir, estaban dispuestos a dejarse hasta el último gramo de su sangre en su intento por impedir que los tres puntos volasen de Vigo. Para colmo de males, Cañizares tenía una noche inspirada. Pero la providencia a veces aparece y los árbitros no siempre se equivocan. Daudén vio uno de esos penaltis que sólo se aprecian en la repetición. Djukic cortó una internada de Vagner en el área recién comenzado el segundo tiempo. Karpin lo introdujo en la portería, no sin que el meta rival rozase el cuero con la punta de sus dedos. (sigue en la página siguiente)