La España de Camacho imita a la de Clemente ante Noruega

XABIER R. BLANCO Enviado especial ROTTERDAM

DEPORTES

La selección repitió errores pasados ante un rival que no mereció el triunfo Si el gol esquiva a Raúl, si Valerón vagabundea por el centro del campo, si también se desprecia las bandas tenemos, de nuevo, a España ante su gran ocasión. Fue como con Clemente, pero con Camacho en el banquillo. El estigma de la selección española es el de debutar con estrépito y ayer no cambió el asunto. Poco importa el apellido del rival, para estropear la ilusión se bastan los jugadores.

13 jun 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Un 13 de junio de hace dos años comenzó el fin de la era Clemente. Un 13 de junio en Rotterdam debería comenzar, de verdad, la exitosa carrera de Camacho, pero la selección imitó errores inveterados. Se empeñó tanto en contravenir los pronósticos que hasta repitió la cantada del portero _en Francia fue Zubizarreta en Holanda el encargado fue Molina_ para acabar perdiendo el partido y complicándose mucho la clasificación. España pasó del balón, se desmarcó hacia la defensa rival y cuando pretendió asumir el mando, el encuentro ya sesteaba inclinado hacia la victoria nórdica. España no supo jugar, Noruega, por mucho que la UEFA la haya señalado número uno de su peculiar ránking, lo más redondo que ha visto es el agujero de las monedas de cinco duros. Y así, el partido se ensañó de mala manera con el fútbol. Noventa minutos de nihilismo absoluto. Antes de que el arbitro egipcio, El Ghandour, ordenase jugar la tortura, la selección de Camacho enseñaba una pinta magnífica. Se presentaba como el conjunto más goleador, no se apreciaba problema alguno por el poco tino en los dos últimos ensayos, Raúl campaba por el tapete verde con trote seguro y a Noruega había aprendido el papel de último escollo para engrasar la maquinaria de Camacho. Todo cambió con el pitido inicial. Esa temible fábrica de fútbol, esos futbolistas que hicieron que el mundo fijase asombrado la vista en la final de la Liga de Campeones, volvieron a quedar desmedrados ante la oportunidad, de una vez por todas, de ser los mejores en algo más que palabras. El ideólogo Guardiola se olvidó del discurso, Valeron jugó como si estuviese intentando evitar el descenso, Etxeberria regateaba a la opción de alargar la banda y Fran aportaba sólo algo de criterio entre tanto desastre. Ocasiones Con Noruega más preocupada de cerrar huecos que de mirar de frente al triunfo, España gozó de dos buenas ocasiones, pero Urzaiz estrelló un cabezazo en el cuerpo de un enorme Minhrad y Raúl malgastó una oportunidad en la que se quedó a solas con el éxito. Mal augurio, máxime cuando el mejor futbolista de la selección era Fernando Hierro, que por entonces se alzaba como amo del área. El descanso y la charla vehemente de José Antonio Camacho no sirvió para nada. Y llegó una falta lanzada por el portero noruego, la cantada de Molina y el cabezazo de Iverson. De pena. Al menos podría haber sido Flo o Solskjaer por aquello de las disculpas. España mejoró con Mendieta y Alfonso en el campo, pero Noruega jugó a lo que sabe: a defenderse. España favorita, España en los huesos. Igual que con Clemente, pero con Camacho.