Franz Ferdinand puso oficio y corrección en A Coruña frente a la excitación perdida

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

ANGEL MANSO

El grupo escocés ofreció en la sala Pelícano un recital que deambuló entre el «no estuvo mal» y el «estuvo bien», pero quedó lejos de ser algo excepcional

16 feb 2025 . Actualizado a las 19:02 h.

Franz Ferdinand tiene el sonido, ese de guitarras oblicuas, ritmos sincopados y dicción martilleante. También las canciones, suficientes como para completar un efectivo grandes éxitos. Y, sobre todo, posee Take Me Out, uno de los grandes himnos de la música popular del arranque de siglo y un todo prodigio de arquitectura pop-rock al servicio de la euforia festivalera. De lo que carece, desde hace ya tiempo, es de relevancia. Aquel chispeante grupo que deslumbró en el 2006 en el parque de Castrelos de Vigo presentando You Could Have It So Much Better (2005) lleva tiempo —prácticamente desde entonces— sin ocupar un lugar preeminente en la escena musical internacional. Saca discos, sí. Y añade a cuentagotas temas apreciables a su repertorio. Pero nada es lo mismo. No hay, por decirlo de una manera emocional, la excitación que otrora lo inundaba todo. Cuando en 2018 daba un concierto rutinario con luz de día en el festival O Son Do Camiño se hacía la foto de la situación: una banda que fue y que ya no es.

Ayer se presentaba, sin embargo, una oportunidad especial. El Gozo Festival ofrecía la oportunidad única de ver al grupo en una sala, la Pelícano de A Coruña. Los fanes respondieron en masa, agotando todo el papel en cuestión de minutos hace meses, cuando salieron los tiques a la venta. El concierto se enmarcó en la gira de presentación de The Human Fear (2025) —según alguna crítica el mejor álbum del grupo desde el 2005— y, en consecuencia, buena parte del set se basó en él. Plausible postura de un grupo que quiere demostrar que sigue vivo y no anclado en el pasado.

Arrancaron con Night Or Day, con ese aire de glam de pianos juguetones. Perfecto para el lucimiento de un Alex Kapranos en modo estrella del pop que se gusta sobre el escenario. Le siguió The Dark Of The Matinée, de su primer álbum, creando la fantasía de un viaje del tiempo a esa audiencia que se encontraba físicamente en Pelícano sí, pero donde bailó y sintió esa canción de verdad fue en el Playa Club hace 20 años. La nostalgia resultaba inevitable. Planeó prácticamente todo el recital donde los temas nuevos se seguían, pero donde la gente se venía arriba era, lógicamente, con las bombas estratégicamente colocadas en el set-list. Do You Want To a mitad de bolo, quizá lo mejor de la noche y lo más cercano a una explosión. Una estiradísima Take Me Out hacia el final. Y This Fire para cerrar un bis escasamente solicitado —signo de estos tiempos de móviles y whatsapps— y que concluyó un directo de una hora y media pelada, de esos que deambulan entre el «no estuvo mal» y «estuvo bien». Pero, desde luego, sin que demande mayor pirotecnia léxica para describirlo. Correcto y con oficio. Que no es poco.