Pérez-Reverte lleva la guerra civil al Egeo en «La isla de la mujer dormida»: «Hay que educar a los niños en el horror»
CULTURA
El autor asegura que conflictos como la guerra en Gaza «no tienen solución»
09 oct 2024 . Actualizado a las 09:23 h.El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte acaba de publicar La isla de la Mujer Dormida (Alfaguara), una novela de corsarios modernos durante la guerra civil española pero localizada en el Mar Egeo -donde también hubo combates entre ambos bandos-, por lo que ha reflexionado sobre la necesidad de que los niños sean educados sin taparles el «dolor y el horror».
«Hay que estar preparados para el dolor y el desastre. Hay que educar a los niños en el dolor y en el horror. Que no lo tapen, que vean cómo se sufre, cómo se muere, sobre todo, que vean al malvado que viene. ¿Que el malvado no hable, que no vaya a la universidad, que se cancele la conferencia? Que hable, después se le arrastra, mata, cuelga, insulta o escupe, pero escucha. Escuchando se aprende mucho del mal. Comprendes el mecanismo y puedes protegerte mejor», ha explicado el autor en un encuentro con los medios en la isla de Agistri (Grecia), escenario que le ha inspirado para su nueva novela.
En ese sentido, ha incidido en la falta de cultura entre la población, algo que considera que no permite comprender los horrores, como la guerra en Gaza, para la que, a su juicio, «no hay solución».
«Cada vez somos menos cultos, tenemos menos mecanismos para comprender el dolor y el horror. Estamos más indefensos. No es culpa de las nuevas generaciones, es que se lo hemos negado. Les estamos convirtiendo la historia en una especie de papilla homogeneizada, pasteurizada y desnatada que a nadie nutre y nadie aprovecha», ha añadido. Así, el escritor ha asegurado que con la edad ha aprendido «unas cuantas cosas», lo que le ha hecho darse cuenta de que no todo tiene solución, reconociéndose «realista», para después asegurar que no tiene muchas esperanzas en el progreso de la humanidad.
«Con 20 años sufría con las causas, pro-Palestino, pro-Saharawi, y pro-lo que fuera. Tenías la necesidad natural de militar en causas nobles. La edad te da otra manera de ver el mundo, y sabes que hay cosas que no tienen solución. Pero hay batallas que hay que librar, aunque no ganes hay que librarlas. Es muy triste dejar que los malos ganen sin oposición. Lo triste es que al final el malo siempre gana. El malo y el tonto, porque el malo tiene como aliados a los tontos», ha dicho.
En La isla de la Mujer Dormida, Pérez-Reverte narra la historia de Miguel Jordán Kyriazis, un marino mercante que en abril de 1937 se ve obligado a ser marino de guerra y librar una batalla en las islas occidentales griegas, aunque el autor ha asegurado que no escribe de la guerra civil española, lo que le da «libertad de conciencia».
«Escribo sobre cosas que pasan con el telón de fondo de la guerra civil. Eso te da una especie de libertad de conciencia. No estás sometido a ideologías, ni sometido a: 'estos son los buenos, son los malos'. Yo hablo de hombres y mujeres, seres humanos en situaciones extremas. La guerra civil fue extrema», ha apuntado. Estos grises de los que habla el autor, se ven reflejados en la relación entre dos de sus personajes que, a pesar de pertenecer uno al bando republicano y otro al bando sublevado, mantienen un pacto de «no agresión».
«Mi familia hizo la guerra civil con el bando republicano, pero a mí de pequeño -y a mi generación- me enseñaron que fue un lugar muy complejo donde no había una línea que separara el bien y el mal. Hablo a efectos de gente. A efectos políticos, está claro: república bien, Franco mal. Ahora, gente que ni la vivió, ni la conoció, ni se la han contado los testigos, la utiliza (la guerra civil) como herramienta de oposición y de enfrentamiento, cuando realmente los que hicieron la guerra nunca nos quisieron envenenar. Intentaban no contaminarnos de ideologías porque sabían que eso había llevado a lugares muy peligrosos», ha recordado.
«¿Yo machista? Léete una novela mía»
Para escribir esta novela, Pérez-Reverte se documentó en Grecia durante seis meses, un hecho que ha calificado de «vuelta a la memoria» porque del Mar Egeo viene tanto la democracia como la guerra, la paz «o incluso el aceite de oliva». «Es el mar de todo: de la sangre y de la gloria, de la luz y de la sombra. No hay ningún mar que sea tan humano, que sea tan reflejo de lo que es la condición humana como el Mediterráneo», ha concluido.
La novela tiene una tercera línea narrativa protagonizada por Lena y Pantelis Katelios, quienes se ven envueltos en un triángulo amoroso con el protagonista. En ese sentido, el escritor ha explicado que, a su parecer, el héroe masculino no existe sin una mujer que le dé esa condición, algo con lo que juega en La isla de la Mujer Dormida. «El héroe masculino no existe si no hay una mujer que lo mire. Es decir, es la mujer la que proyecta en el héroe masculino sus lecturas, sus cosas. No hay héroe masculino sin mujer que lo mire, por esta razón. La mujer proyecta en el hombre su mirada del mundo», ha agregado.
En esa línea, ha rechazado las críticas por machismo en sus obras, asegurando que no lo es y animando a quien así lo crea a que revise alguna de sus novelas. «¿Yo machista? Léete una novela mía», ha reclamado a quiénes le cuestionan.