Hay frases que se dicen con una sonrisa tan dulce que parecen inofensivas, como la primera vez que él te comenta, casi por casualidad, que quizá no deberías ir así vestida. Mano de hierro en guante de seda. Algo así ha sido ver, con una sonrisa tan dulce, a Blake Lively resumir en una cita con amigas y estampados florales la experiencia de ir a ver al cine Romper el círculo, que habla de abuso y de violencia machista.
Así, precisamente, es como se perpetúa el ciclo del maltrato. Resumiendo un fenómeno complejo en llevar ropa floreada, definir a una superviviente como una chica a la que le gusta lo vintage pero también las cosas brillantes, evitando activamente hablar de violencia machista. No. Blake Lively no está a la altura del papel de Lily Bloom, ni parece que haya entendido del todo la importancia de hacer una película como esta. De decir a las mujeres que sí, que eso ocurre. Que le puede pasar a cualquiera. Que no tienen la culpa y que tiene sentido que amen a quien más las daña. Que la intensidad de la violencia irá en aumento con cada pelea. Que romper ese ciclo será una de las cosas más difíciles que hagan. Que estamos con ellas. Para ellas. Qué lamentable es utilizar Romper el círculo para hacer promoción de sus marcas paralelas e intentar hacer pasar una película tan dura, tan necesaria, por una comedia romántica.