
La Orquesta Sinfónica estrena este jueves en Ferrol «Áurea», rapsodia concertante para clarinete y orquesta que el trompetista venezolano Pacho Flores dedica a Juan Ferrer
18 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) estrena Áurea, rapsodia concertante para clarinete y orquesta que el venezolano Pacho Flores —para muchos, el mejor trompetista actual, y cuyo cedé Estirpe incluye la grabación del Concerto venezolano, de Paquito d’Rivera, Grammy Latino 2023 a la mejor composición clásica contemporánea— dedica a Juan Ferrer, clarinetista e integrante emblemático de la orquesta. Será en la tarde de este jueves, a las 20.30 horas, en el auditorio de Ferrol, en un concierto que se reeditará el viernes a las 20.00 horas en el Palacio de la Ópera de A Coruña. La OSG estará bajo la dirección del maestro venezolano Christian Vásquez. La obra integrará un programa que completan la Fuga criolla, de Juan Bautista Plaza, y la Segunda sinfonía, de Chaikovski.
Encargo conjunto de la OSG, la Sinfónica de la Región de Murcia y la Orquesta de Extremadura, para Flores ha supuesto un reto. «Suelo ser compositor e intérprete en obras donde la trompeta es protagonista —comenta—, pero me apetecía salirme de ese universo, y, al decidirme a escribir para clarinete, enseguida pensé en Juan como solista». Como trompetista, ve natural escribir para clarinete porque «ambos instrumentos son flexibles, con gran similitud al utilizar el pincel y las diferentes brochas entre ellos».
El venezolano define la composición como un proceso de total libertad. «Descubrí muchas cosas en cuanto a la técnica de composición, jugando con las posibilidades de la percusión o la cuerda», asegura. «Por ejemplo, trabajé mucho la relación entre el clarinete y el arpa, y, siendo mi primera vez escribiendo para arpa, reflexioné sobre su naturaleza», matiza. «Es la primera vez que escribo sin tonalidades concretas. La tonalidad libre permite modular las cosas con libertad creativa». Sobre la forma, dice que su corazón le dictó que «debía ser una obra de continuidad, sin división estricta en movimientos», y la define: «Es una representación de quién soy». Y prosigue para detallarla como «una obra de corte impresionista, con ecos del Cono Sur, el Mediterráneo, y el mestizaje entre Venezuela y España».
Autor y solista mantienen una amistad que se extiende en el tiempo. Flores es venezolano y reside en Valencia, y Ferrer es valenciano y viaja con frecuencia a Venezuela. El clarinetista está entusiasmado ante el reto, que para él es «un regalo» porque tienen, dice, «una conexión brutal» y porque guarda por el trompetista «un enorme respeto como autor y como persona». Para Ferrer, Pacho Flores es «trabajador, minucioso, inquieto, y en esta obra muestra un punto de inflexión como compositor por la cantidad de colores y atmósferas que logra».
Tres clarinetes y un martini
Además, el clarinetista destaca que, al ser intérprete, Pacho «conoce las inquietudes de un solista». En Áurea, el dedicatario del concierto usa tres clarinetes distintos: clarinete en la, «que se suele trabajar en registro grave; pero aquí extremando su tesitura»; clarinete en si bemol, «para los ambientes más impresionistas y el toque de jazz»; y el requinto en re, «que permite jugar con registros medios y centrales».
Tras trabajar codo con codo, ambos coinciden en esa sensación de «tirarse a la piscina», porque Flores ha escrito una obra «sin ataduras, sin miedo a preguntar ni a experimentar». Juan Ferrer asegura que el público escuchará una obra «nada encasillada, llena de estados de ánimo, ambientes, colores, brillo y vida». Así, dice, Áurea tiene «tres movimientos conectados para tres instrumentos distintos, cada uno con su personalidad y su energía». Ferrer define la pieza como una obra «muy exigente, pero escrita con mucha inteligencia», con la que se siente «muy identificado». Por su parte, el autor señala que, si la obra fuese un cóctel, sería «un martini de James Bond hecho a medida de Ferrer».