«Putin está más cerca de los nazis que de la Unión Soviética»

Ángel Paniagua Pérez
A. Paniagua MADRID / COLPISA

CULTURA

El narrador Maxim Ósipov (Moscú, 1963)
El narrador Maxim Ósipov (Moscú, 1963)

En los relatos de «Kilómetro 101», disecciona la corrupción, la desidia y la resignación imperantes en su país

04 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El escritor Maxim Ósipov (Moscú, 1963) es médico, como su admirado Chéjov, un escritor cuya visión de la vida ha influido poderosamente en la literatura del que es uno de los valores más sólidos de las letras rusas en el exilio. Voz de barítono y gesto afable, Ósipov es uno de los escritores que mejor ha sabido retratar la Rusia postsoviética.

Vivía en la capital, con su mujer y sus dos hijos, y compró un terreno en Tarusa, a dos horas en coche de Moscú, donde construyó una dacha, una casa para pasar los fines de semana. Pasados los años decidió mudarse a Tarusa, disfrutar de la vida provinciana y ejercer como cardiólogo en el hospital de la ciudad. La sorpresa llegó cuando descubrió que el centro sanitario era un lugar destartalado donde las ratas merodeaban por los pasillos, los cables colgaban del techo y el recinto destilaba un persistente tufo a orina. Tal era la precariedad de medios que Ósipov llevaba su propio ecocardiograma a la consulta.

Con la invasión de Ucrania por las tropas de Putin, Rusia se volvió aún más asfixiante de lo que ya era, de modo que Ósipov decidió emprender el camino del exilio. Al final se afincó en Ámsterdam, donde escribe y trabaja como profesor universitario de literatura rusa. Acaba de publicar en España Kilómetro 101 (Libros del Asteroide), crudo retrato de la sociedad de su país en el que desmenuza la herencia soviética que aún pervive en la nación.

En Kilómetro 101, reúne crónicas y relatos, alumbrados entre los años 2007 y 2022, en los que disecciona la corrupción y la delirante burocracia, al tiempo que da fe de la humanidad de la gente sencilla. «El régimen de Putin está más cerca de los nazis que de la Unión Soviética. Al menos Stalin, al que no justifico en absoluto, estaba interesado en las artes para construir el gran estilo. Recuérdese que Stalin llamó a Borís Pasternak para que se pronunciara sobre el poeta Ósip Mandelshtam. Los seguidores de Putin son puramente criminales y ladrones que ahora intentan construir una ideología fascista. Creen que los rusos son mejores que otros pueblos».

El título del libro, traducido por Ricardo San Vicente, alude a la distancia que debían mantener con respecto a Moscú las víctimas del destierro cuando ya habían cumplido sus condenas. El prosista ve complicado que la sociedad rusa salga de su letargo, sumida como está en la obsesión por satisfacer las necesidades más perentorias. «Hoy en Rusia la gente está más interesada en vivir el día a día, en pagar la comida y lograr cierta comodidad. Si el régimen cae, quizás se produzca un despertar. Pero recuérdese que a los alemanes les costó dos generaciones aceptar los cambios después de lo sucedido con el Tercer Reich».

No tiene miedo a represalias ni a acabar mal, envenenado o tiroteado, como le ha pasado a otros opositores al autoritarismo del Kremlin. Al fin y al cabo, cada uno elige sus temores, y él se siente a salvo donde está. «He decidido que no le voy dedicar tiempo a temer un ataque. Siempre hay otras preocupaciones: un cáncer, una enfermedad rara o infecciosa, un infarto».

En el libro de Ósipov, del que la Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich asegura que ofrece «un diagnóstico implacable de la vida rusa», da cuenta de dos de los grandes males de sus compatriotas, el alcoholismo y la obsesión por el dinero fácil. «El primero es una enfermedad endémica y el segundo, una tara secular. Existe un dicho popular que afirma que en diez años cambian muchas cosas en Rusia, pero en 200, no cambia nada», anota el autor, que argumenta que hoy hay que añadir otras dos gangrenas que minan la sociedad, la policía secreta y el crimen organizado. Ósipov tiene una relación conflictiva con el destierro, pues cree que el vivir en Occidente lo incapacitará para entender el devenir de Rusia. Si eso ocurre, dice, abordará la escritura desde la experiencia del inmigrante.