Antón Lamazares muestra en el CGAC su búsqueda de la simplicidad y la palabra

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

La exposición de Lamazares incluye sus últimas obras, que reproducen en «alfabeto Delfín» poemas de San Juan de la Cruz.
La exposición de Lamazares incluye sus últimas obras, que reproducen en «alfabeto Delfín» poemas de San Juan de la Cruz. Xoán A. Soler

La primera gran retrospectiva del pintor lalinense incluye 230 obras creadas a lo largo de 50 años

24 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cincuenta años de un ciclo vital es mucho tiempo. Y si los cinco decenios corresponden a una trayectoria artística, sintetizarla en una exposición retrospectiva es toda una aventura. En ella se ha embarcado el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), que hasta el próximo 5 de mayo acoge en todas sus plantas la muestra Lamazares. Inda é día (1973-2023), comisariada por António Gonçalves.

La exposición está organizada, en líneas generales, de forma cronológica, pero jugando a la vez con múltiples conexiones que evidencian la evolución artística de Antón Lamazares (Maceira, Lalín, 1954), con intervenciones en algunas de sus obras realizadas varias décadas después de haberlas iniciado. La retrospectiva parte de una selección de entre un millar de cuadros que conserva el propio artista, quien —horas antes de la inauguración oficial de la exhibición— expresaba su agradecimiento al CGAC por su importante apuesta al dedicarle todas las salas, en una política que, reconoció, no es habitual, aunque él la defiende porque considera que es la mejor forma de apreciar el trabajo de cualquier artista.

La intensa trayectoria vital de Lamazares rezuma en cada pared del CGAC, con una primera aproximación no cronológica ubicada en la entrada del museo y que permite conocer su forma de mirar la naturaleza, tranquila, y no sobre lienzo, sino sobre madera y cartón tratado con distintos tipos de barnices, siendo el más brillante el que le permite recuperar remembranzas del agua y del brillo que deja la lluvia de Galicia.

Lamazares reinterpreta paisajes y pasajes rurales de su infancia.
Lamazares reinterpreta paisajes y pasajes rurales de su infancia. Xoán A. Soler

La intrahistoria del creador sobresale especialmente en algunos cuadros, que el propio Lamazares evoca ante las obras. Su particular visión de un 24 de diciembre por la noche en su aldea de Maceira, cuando no había luz eléctrica, es también un homenaje a su padre, Delfín, cuyo santoral coincide en esa fecha tan especial para las familias. El recuerdo paterno salpica toda la vida pictórica de Lamazares, sobre todo tras inventar un sistema de escritura, que hace una década bautizó como alfabeto Delfín, un código que interpreta cada letra del alfabeto latino, un lenguaje que creó, reconoce, «para dar misterio» a su trabajo.

Esta simbiosis de pintura y escritura (Lamazares también es poeta) se materializa en la última de sus colecciones, fechada en el 2023, que ocupa la última planta de la exposición y que con un giro hacia gamas intensas de color convierte grandes piezas en páginas con poemas de San Juan de la Cruz transcritos mediante cortes sobre el cartón.

Su afición a los toros y al fútbol están presentes también en la retrospectiva, con sendos cuadros en homenaje al diestro Juan Belmonte y a Iribar, histórico portero del Athletic de Bilbao y la selección española. También sus múltiples viajes —que inició siendo prácticamente un adolescente— para trabajar desde recolectando fresas o como peón de la construcción, lo que le permitió acercarse a museos europeos y emocionarse, por ejemplo, con la primera visión de cuadros de artistas como Van Gogh, que le inspiró un autorretrato.

La exposición, inaugurada este viernes con la presencia del conselleiro de Cultura, Román Rodríguez -en la imagen, bromeando con su paisano el autor, Antón Lamazares-, se puede visitar desde este sábado y hasta el 5 de mayo.
La exposición, inaugurada este viernes con la presencia del conselleiro de Cultura, Román Rodríguez -en la imagen, bromeando con su paisano el autor, Antón Lamazares-, se puede visitar desde este sábado y hasta el 5 de mayo. Xoán A. Soler

Si algo queda patente en la exposición es el giro vital y artístico que Lamazares tuvo en 1977, cuando eligió Madrid para instalarse con estancias combinadas en ciudades como Berlín. «Ese ano decidín que ou vivía da pintura o morría», afirma abiertamente. Obras realizadas ese año con materiales de todo tipo, incluso algunos de deshecho, corroboran sus dificultades para abrirse camino en un mundo artístico que hoy lo reconoce como un referente vivo del arte contemporáneo español mediante un estilo que pone de relieve su constante persecución de la simplicidad de un arte que abarca desde la búsqueda de sus orígenes en su aldea y sus ríos, su deleite por las vidrieras de Notre Dame y las vistas aéreas y verdes de las tierras de Compostela.

La exposición fue inaugurada este viernes por el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, que se refirió a Lamazares como un autor «único e icónico», además de señalar que la muestra en el CGAC salda «unha débeda pendente coa inxente produción dun dos maiores xenios creativos dos séculos XX é XXI»