Cannes, entre la nueva efervescencia de Scorsese y el renacimiento de Erice

José Luis Losa CANNES / E. LA VOZ

CULTURA

Robert de Niro y Leonardo DiCaprio, en una escena del último filme de Scorsese, «Killers of the Flower Moon».
Robert de Niro y Leonardo DiCaprio, en una escena del último filme de Scorsese, «Killers of the Flower Moon».

Los «hits» del cuarto Indiana Jones o lo último de Pixar conviven en el festival francés, que comienza este martes, con el prestigio de Kaurismaki, Ken Loach, Bellocchio, Wenders, Moretti, Wes Anderson y Todd Haynes

16 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Arranca este Cannes 2023 con una inocultable necesidad de recuperar sus valores. Un back to basics artístico. Los ecos o tremolinas del palmarés del pasado año, con la segunda Palma de Oro para un cineasta tan ralo y cuestionado como el sueco Ruben Östlund, han hecho mella. Aunque oficialmente cualquier tiempo pasado se venda de color fucsia en La Croisette.

El equilibrio de la fórmula Thierry Frèmaux, el exitoso director artístico de todo esto, juega este año —a primera vista— con muy buenas cartas lo que han sido sus bazas a lo largo de estas dos décadas largas del siglo: una fidelidad a los autores de prestigio universal, reverdecido muchas veces en este propio marco en ediciones anteriores, combinada con algún polo de atracción muy potente del Hollywood del gran público.

De esto último son representación exultante la esperadísima película de Martin Scorsese Killers of the Flower Moon (o Leo DiCaprio y Robert de Niro en cuatro horas del FBI contra los indios) y la cuarta entrega de la franquicia Indiana Jones, con Harrison Ford viniendo a demostrar que los héroes no están cansados. Y también Elemental, lo último de Pixar.

De la parte de los creadores, de las firmas áureas de la casa, el certamen presenta hasta a cinco ganadores de la Palma de Oro: Nanni Moretti, Wim Wenders, Nure Bilge Ceylan, Kore-Eda y Ken Loach, este último en dos ocasiones. Y a otra serie de autores first class que han mordido el palmarés —Aki Kaurismaki, Alice Rohrwacher, Todd Haynes— o que lo han rondado. Y ahí entrarían Wes Anderson, Catherine Breillat, Wang Bing o Marco Bellocchio, sin duda, el cineurgo vivo de obra conjunta más monumental y —sin embargo— nunca premiada en un festival clase A.

Pero hay mucho más: en el territorio del fuera de concurso se condensan algunas de las anunciaciones cuasi místicas de la cinefilia mundial: no solo el ya citado Scorsese, sino —a ese mismo nivel— el retorno del español Víctor Erice al largo —después de los 27 años transcurridos desde El sol del membrillo— con su obra Cerrar los ojos, en un reparto donde moran José Coronado, Manolo Solo, María León y Ana Torrent. De nuevo Ana Torrent: los ojos tan abiertos que elevaron a arte universal El espíritu de la colmena, la película que —por sí sola— ha situado a Erice en la cima de los indelebles desde 1973. Y escoltando a Scorsese y a Erice, otros inexplicables excluidos de la pugna por la Palma de Oro: el argentino Lisandro Alonso o el mexicano Amat Escalante, en un acto que hay que leer no precisamente como de cercanía del festival al cine latinoamericano.

El wéstern de Almodóvar

Con quien Cannes mantiene historia de amor que pinta eterna es con Almodóvar. Todas las luces son pocas para el foco que ha merecido su wéstern Extraña forma de vida, mediometraje en donde cabalgan juntos Pedro Pascal —en la cresta de la ola de The Last of Us— y Ethan Hawke, que siempre estuvo arriba. Guiños homoeróticos en un género tan pródigo en ellos, para que Hawke y Pascal se amen más que William Holden y Ernest Borgnine en Grupo salvaje.

La participación española se completa con el filme de animación Robot Dreams, del director de Blancanieves, Pablo Berger, y con Creatura, la segunda película de la estimulante directora catalana Elena Martín, en la Quincena de los Realizadores.

Con todo esto, la nave cannoise se bota como cada mayo en el pantalán de La Croisette desde 1946. Solo un terremoto social —el del estudiantil 68 parisino— y una pandemia que heló al mundo fueron capaces de frenar esta avalancha que es como una ley de la gravedad del celuloide caído del cielo. O ascendido del infierno. A veces.