«Aquellas que no deben morir»: Teatro para reconciliarse con la muerte

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Mila Ercoli

Las Huecas proponen en Escenas do cambio una pieza a medio camino entre el documental y la performance para hablar de morir en términos políticos y de mercantilización

06 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque siempre se centre en el qué o en el cuándo, la clave es en realidad el cómo. Ese adverbio interrogativo que permanece enterrado y silente las pocas veces que se habla de algo tan normal, tan cotidiano, como morir. Quizá la pregunta sea cómo quiero morir, más que cuándo voy a morir o qué pasa después de la muerte.

Las Huecas llegan a Escenas do Cambio a eso. A hacer una disección de la relación con la muerte. La suya, en el momento en el que crearon la pieza que esta tarde se presenta en Santiago (19.00 horas), era «muy naíf y muy precaria». Aquellas que no deben morir está a medio camino entre la performance y el documental, y mezcla juegos dramáticos con el testimonio de una tanatopractora y también de una activista que reclama recuperar la soberanía sobre la propia muerte y denunciar las prácticas de los grandes lobbies funerarios.

A través de la concatenación de experiencias, imágenes e información, Aquellas que no deben morir provoca, sobre todo, preguntas. Rescata de la tumba ese cómo, para provocar una reevaluación de la propia relación con la muerte. Una posibilidad de reconciliarse con ella. «Provoca preguntas, ciertas reflexiones y poder hablar de algo de lo que normalmente no se habla, que tiene que ver con qué queremos hacer una vez que no estemos aquí, si lo hemos pensado, si queremos responsabilizarnos de eso, de qué manera...», explica Núria Corominas.

Pasa habitualmente: tras la pieza, comienza un debate interno, pero también colectivo, quizá frente a unas cervezas bien frías, sobre cómo se han ido los seres queridos de cada uno, qué tipo de despedida se le dio y cómo querríamos que fuese la propia. Cómo voy a morir, más que cuándo. Más que qué. «Hay mucha más familiaridad con ciertas imágenes y ciertas vivencias. Hemos hablado de eso, de qué te gustaría que hiciéramos los demás». Una especie de Mi vida sin mí orientada a la política y a la mercantilización de la muerte.

El tema es serio, pero son los temas serios los que más requieren ser tratados con humor. Y humor hay también en Aquellas que no deben morir, que plantea esta posible reconciliación con la muerte lejos del paternalismo o la condescendencia. Hasta el punto de que se convierte también en un revulsivo para personas que han pasado un duelo hace poco y su vivencia con el traspaso de los seres queridos.

«Esas preguntas pasan inevitablemente por hacerse consciente de que vamos a morir», recuerda Corominas. Es quizá lo más seguro que hay en la vida de una persona. Su final. Surgen cuestiones sobre qué despedida, cómo va a ser el entierro, ¿quedará pagado? Porque morirse es caro. Mucho. El mercado rentabiliza los nacimientos a través de la industria de la fertilidad. Y también los decesos. Nacer, producir, morir.

«Son empresas que cotizan en el Ibex 35», resalta Corominas sobre la gran industria funeraria. «Además, están empresas vinculadas a aseguradoras, que es el gran negocio». En la conversación empiezan a entrelazarse las esferas políticas y económicas de un acto tan normal como el de dejar de ser. Morir. El traspaso. «En los noventa, ciertas leyes liberalizaron el sector. No siempre ha habido esta competitividad de precios. Antes eran municipales, públicos. La privatización también ha llegado aquí, como a todo».

El de la muerte es un «negocio inquebrantable», porque el nicho de mercado es tan amplio que alcanza al 100 % de la población. ¿Hay formas sostenibles de morir? «Las hay, pero la ley está pensada para que compres unos productos».