Pacho Flores: «Mi cruzada es llevar por todo el mundo música por crearse»

Hugo Álvarez Domínguez

CULTURA

El trompetista Pacho Flores.
El trompetista Pacho Flores. MARCOS MÍGUEZ

Considerado el mejor trompetista actual, colabora con la Orquesta Sinfónica de Galicia

31 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Reconocido como «lo más importante que le ha sucedido a la trompeta desde Miles Davis» o «el mejor trompetista del mundo», el venezolano Pacho Flores (San Cristóbal, Táchira, 1981) es uno de los músicos más versátiles de la actualidad. Siempre comprometido con la música de nueva creación y el mundo del viento metal, ha desarrollado una residencia con la Orquesta Sinfónica de Galicia.

—¿Cómo comienza su relación con la música y su curiosidad por el viento metal?

—Mi padre me inculcó el amor por la música. Tuve contacto con la música popular y, en el Sistema de Orquestas, con la música erudita. En el viento hay instrumentos que son parte tanto de orquestas sinfónicas como de agrupaciones famosas. De niño mi padre me ponía a Irakere, Acerina o Piazzolla. La trompeta puede sonar como un violín, como una flauta baja (como el fiscorno), como un oboe en el registro medio o como un trombón; o sonar a trompeta. Aproveché el colorido de la trompeta, con sus diferentes tonalidades: eso me hizo pensar que el mejor repertorio es el que está por venir y la mejor trompeta es la que está por crearse. El metal está en crecimiento y, al avanzar la tecnología del instrumento, el compositor tiene más recursos. Al idear composiciones a medida también fabricamos instrumentos a medida. Esto amplía el abanico de posibilidades para mostrar un repertorio moderno, del siglo XXI, pero que conserve una estética. Al tocar músicas como las que comisiono o las mías busco estéticas identificables. Mi cruzada es llevar por todo el mundo música por crearse.

—Para muchos es el mejor trompetista del mundo. ¿Qué le queda por hacer?

—Es un honor y una responsabilidad. Sigo viendo a mis héroes de la trompeta con cariño. ¿Que yo me considere el mejor? No. Empecé a tocar la trompeta con 7 años, sigo estudiando y me sigo formando. Me queda mucho por hacer: desde grabar los conciertos que me están dedicando hasta colaborar con algunas orquestas a las que sigo desde niño.

—¿Y la composición?

—Compagino bien la vida de intérprete con la de compositor. La composición no obliga a dejar el instrumento y en la trompeta no podemos ensayar 8 horas diarias. Componer es otra forma de expresar y de aportar cosas, aunque no puedo negar que donde mejor me siento es tocando. Tengo dos grandes maestros: Christian Lindbergh (con quien trabajé técnica) y Arturo Márquez, que entiende muy bien mi estética.

—¿Cuál es su experiencia en el Sistema?

—Todos colaboramos en una estructura muy bien organizada. Convivimos ricos y pobres y gente de diferentes culturas y religiones en ambiente muy familiar. Es algo muy logrado al quitarse el lastre del Conservatorio, que sigue empleando métodos de estudio del siglo XVIII y del XIX que huelen a naftalina. Con 8 años descubrí los bemoles y los sostenidos desde la práctica. A mis 15 años era profesor de niños de 7 y con 21 de los de 15. Después gané varios concursos en Europa. Volví a Venezuela y fundé la Academia Latinoamericana de Trompeta, en Caracas, bajo el paraguas del Sistema: cuando das institucionalidad a un proyecto recibes mucho apoyo. Además, el Sistema funciona y ayuda a que todos los estudiantes de las orquestas pasen por él. Eso es maravilloso. También generamos una red (piense en Gustavo Dudamel, Rafael Payares o yo mismo) donde nos seguimos juntando para trabajar, no por ser paisanos sino por nuestras capacidades. Eso es el Sistema para mí. Sé que hay opiniones diversas pero no hay rosa sin espinas.

—¿Y el trabajo con las orquestas en estas pasadas semanas?

—Al plantearme trabajar con la Joven Orquesta me relamí de gusto. Preparé un programa atractivo donde la orquesta se lució. Dieron un nivel brutal y dejan el listón muy alto a la OSG.