John Banville: «Lo único que hace soportable y posible el mundo es la creación»

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

John Banville (Wexford, Irlanda, 1945).
John Banville (Wexford, Irlanda, 1945). Paco Rodríguez

«Judíos, cristianos y musulmanes inventaron a ese dios loco que desde el cielo nos dice que nos destruirá para siempre si no le queremos lo suficiente y nos sometemos a sus reglas», dice el escritor irlandés

19 mar 2023 . Actualizado a las 23:28 h.

Asegura John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) que no es él quien escribe sus novelas. Que el pánico le atenaza cada mañana cuando se pone a escribir y, café mediante, se transforma en el otro, el que escribe. Con una trayectoria de más de medio siglo y casi todos los grandes premios literarios en su zurrón, incluido el Príncipe de Asturias de las Letras que ganó en el 2014 y a la espera de ganar un Nobel más que merecido, Banville acaba de publicar Las singularidades (Alfaguara), una novela que resume toda su carrera literaria. Le ha dedicado seis años y el genial escritor irlandés dice que será «la última».

No se siente con fuerzas para abordar otro proyecto narrativo tan ambicioso y exigente como este, en el que reúne a muchos de sus personajes más icónicos para hablar de la vida, la muerte, la nostalgia y el deseo. Eso sí, seguirá con las novelas negras que firma con el seudónimo de Benjamin Black, un alias literario que solo mantendrá en sus ediciones en español.

«Este libro se puede presentar como un resumen de mi trabajo. Parece pomposo pero es así. Mi cabeza ya no es la que era y dudo que pueda abordar otro libro semejante. Escribo antes de que las palabras dejen de acudir a mi memoria», dice risueño en la sede de su editorial española, disfrutando de buena mañana de una copa de vino blanco. Rescata a Freddie Montgomery, el asesino de El libro de las pruebas, ahora convertido en un exconvicto misántropo y brutal oculto tras un nombre falso; al patriarca de los Godley de Los infinitos, un ser despreciable y un matemático genial que ha revolucionado la comprensión del espacio-tiempo; a su hijo, el pusilánime Adam Jr. y su mujer, la bella y atormentada Helen, y a Jaybey, que acepta con desgana escribir la biografía de Godley padre.

Profetas con ejércitos

Ateo confeso nacido en un país ultracatólico, asegura Banville que «las religiones han hecho mucho más daño a la humanidad que el ateísmo». Cree que «los verdaderos demonios son los profetas con ejércitos, y por desgracia de esos hoy nos sobran unos cuantos». «La invención del monoteísmo es uno de los mayores desastres en la historia», asegura.

«En el mundo pagano había decenas de dioses y nos identificábamos con deidades buenas y malas, como nosotros, creados a nuestra imagen. Pero judíos, cristianos y musulmanes inventaron a ese dios loco que desde el cielo nos dice que nos destruirá para siempre si no le queremos lo suficiente y nos sometemos a sus reglas. ¿Cómo podíamos inventar algo tan terrible? Volvamos al paganismo. Es mi eslogan», clama el escritor.

A pesar de todo, no se considera derrotista ¿Es optimista entonces? «Optimista y pesimista son dos palabras que habría que sacar del diccionario: no significan nada», espeta Banville. «El mundo es como es: un lugar terrible y un absoluto misterio» que el escritor ama y odia al tiempo. «Hay que seguir adelante y disfrutar de lo que nos ofrece la vida. Ahí están la guerra en Ucrania y los terremotos en Turquía y Siria con sus decenas de miles de muertos, pero también la solidaridad. Está la fisión nuclear, que nos daría quizá energía limpia, pero también bombas atómicas limpias que pueden aniquilarnos», contrapone.

«Mi amigo George Steiner, el gran crítico, decía que lo más terrible convive con lo más noble en este mundo. Que en los campos de exterminio nazis se escuchaba a Beethoven y se leía a Goethe, de modo que el arte no es lo más civilizado, aunque nos consuela, eso sí».

Imaginación

Para Banville, el gran tesoro del ser humano es la imaginación. «Y lo que debemos hacer es utilizarla. Es nuestra facultad más potente, y aunque es defectuosa, es sinónimo de libertad. Lo único que hace soportable y posible el mundo es la creación», agrega el escritor para quien el principal objetivo de la literatura y el arte es ser «fuente de alegría y placer».

«Ningún libro cambia el mundo ni hace a las personas mejores. La poesía no cambia nada; ni te ayuda a vivir ni traerá la paz mundial, de modo que esa no es la razón del arte», asegura Banville, que jura no leer jamás las críticas de sus libros y contentarse con los cortos lemas y felices frases de las fajas publicitarias «que son siempre positivas».

«No me quita el sueño la posibilidad de ganar el Nobel», dice con una sonrisa pícara y tomando otro sorbo de vino blanco. «Fui víctima de una broma muy pesada y me hicieron creer que lo había ganado fingiendo una llamada desde Estocolmo. Mi hija me hizo saber que me estaban tomando el pelo. Más que el premio, me interesa el dinero. Dadme el dinero y quedaos con el premio, les diría a los de la Academia», concluye.