Muere el saxofonista Wayne Shorter, gigante del jazz

doménico chiappe COLPISA

CULTURA

Wayne Shorter en San Sebastián en el 2017
Wayne Shorter en San Sebastián en el 2017 VINCENT WEST | REUTERS

El innovador e influyente músico, que grabó joyas modernas como «Footprints» y ganó el Grammy a la mejor improvisación en la más reciente edición, falleció en Los Ángeles a los 89 años

02 mar 2023 . Actualizado a las 20:32 h.

En la música, el saxofonista Wayne Shorter tuvo varias vidas, todas entretejidas por el jazz en sus distintas modalidades, pero siempre con un sello característico: sus solos guiados por el instinto improvisador, sin avasallamiento, con una cadencia particular que creaba un ambiente por encima del camino de sus dedos. Aún en activo hasta hace unos pocos años, con conciertos extraordinarios y sin dejar nunca de entrar en el estudio de grabación, ganó el Grammy en esta última edición (2023) en la categoría de Mejor solo de jazz improvisado por su tema Endangered Species.

Esa vez competía con músicos jóvenes, estrellas fulgurantes de grandes sellos, como Melissa Aldana, que reconocía en una entrevista con este periódico la influencia que Shorter tenía sobre su estilo. Como ella, generaciones enteras le han tenido como referencia del saxofón y el jazz, a la par que grandes como Lou Donaldson, Trane o Charlie Parker. Tanto por su forma de componer como por su ejecución Shorter es uno de los saxofonistas de jazz más relevantes de todos los tiempos, comparable también a Ben Wester, Sonny Rollings o Lester Young.

En estos años de madurez -y son pocos los casos en los que se puede afirmar algo así viniendo además de donde venía Shorter-, también están muchos de sus mejores conciertos Shorter irrumpió en la escena de los clubes con buena estrella. Nacido en Nueva Jersey (Estados Unidos) en 1933, con 25 años entró a formar parte de los Messenger de Art Blakey, mitológico baterista ya para entonces y consagrado descubridor de talentos. Hizo carrera con Blakey hasta que entró en uno de los quintetos de Miles Davis, otro ídolo que sabía nutrirse de la savia nueva que entraba en el circuito. Ni Blakey ni Davis solían errar en sus juicios. Y Shorter no defraudó al gran trompeta, inventor de géneros y siempre en la vanguardia.

Era 1964, cuando dio aquel salto. Resistió más que otros los arrebatos del maestro, y grabó, cinco años después, las magníficas obras Silent Way y Bitches Brew, ambos dentro del movimiento de fusión. Él, como saxo soprano. En la formación que le recibió coincidió con genios como Herbie Hancock y Ron Carter, otras dos legendarias figuras todavía vivas y en activo, con los que Shorter, desde su cuenta oficial de Instagram solía intercambiar corazones. El último mensaje del saxofonista, deteriorado pero vital, con una gran sonrisa, lo envió en diciembre. Deseaba una feliz navidad. Este jueves ha muerto en un hospital de Los Ángeles. Tenía 89 años.

Huellas de Wayne

Si algo quería, no obstante, hacer Shorter, como lo demostraría en cada grabación de su carrera, era seguir esa sed de innovación de Davis. Como era usual en la época, los mejores talentos se reunían en los estudios, en cuartetos y quintetos, y en un par de días salía cada uno con un álbum como líder. Shorter grabó de esta manera los discos en que aparecía como líder en títulos como Introducing o Second Genesis. Con la proyección que infería Davis, firmó con Blue Note, determinante discográfica, y hasta los setenta les dio once LP como JuJu o Schizofrenia. A partir de esa década jugaba con distintas casas musicales, con títulos como AtlantisHigh Life o 1+1 con Hancock; hasta volver, como si cerrara un círculo, a la nota azul, en 2018 con Emanon.

Con 23 nominaciones al Grammy y 12 concedidos, varias medallas y honores, Shorter también tuvo en su currículo el haber pertenecido a otro gran grupo con vocación revolucionaria, en la que militó 15 años: Weather Report, por donde pasaron músicos como Jaco Pastorius. En esos años colaboró con bandas como Rolling Stones y participó en homenajes a Mingus, Davis o Franklin.

Volcado cada vez más a colaboraciones con grandes dosis de improvisación y libertad, Shorter, que ya había transitado el be bop y el hard jazz, prefería los jam con pianistas como Danilo Pérez, su fijo desde 2000 y con quien hizo sus últimas giras (con Patitucci como contrabajista de lujo en ese cuarteto). Estremecían el escenario con temas como Footprints. Y grabó en directo con Leo Genovese, con quien se llevó ese último trofeo, acercándose más a una libertad plena, un free jazz dentro de patrones y estándars que él dictaba y que los demás seguían.