Arco vende el «cadáver» de Picasso y convierte su «Guernica» en refugio

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

«Aquí murió Picasso», de Eugenio Merino, el mismo artista que introdujo a Franco en una nevera de refrescos.
«Aquí murió Picasso», de Eugenio Merino, el mismo artista que introdujo a Franco en una nevera de refrescos. Juan Carlos Hidalgo | Efe

Una escultura de Chillida de 3,7 millones, la pieza más cara de una feria sin apenas estridencias

22 feb 2023 . Actualizado a las 22:54 h.

Ilusión. Es la palabra que repiten como un mantra muchos de los galeristas participantes en la 42.ª edición de Arco. Todos detectan optimismo y muchas ganas de comprar, en especial de unos grandes coleccionistas internacionales (la feria invitó a 400) a los que esperan como el maná. Confían más en ellos que en el átono mercado nacional. En la oferta de del 2003 impera la sensatez, manda la pintura y escasean piezas escandalosas o llamativas. Pero las hay, como el cadáver de Picasso y un Guernica plegable.

Dos mujeres contemplan obras pertenecientes a la exposición de Henrique Faria.
Dos mujeres contemplan obras pertenecientes a la exposición de Henrique Faria. Rodrigo Jiménez | Efe

Los dos primeros días de la feria se reservan a profesionales y a esos compradores VIP llamados a obrar el milagro de los panes y los cuadros. Tendrán a su disposición obras de más de un millar de creadores repartidas en 211 galerías, un 66 % foráneas. Una de las ediciones de Arco más internacionales de su historia, sin país invitado, dedicada al Mediterráneo y confiada en un mercado que recupera vigor.

La oferta es para todos los bolsillos, desde los 300 euros por los que se puede adquirir obra gráfica de varios autores la galería de Helga de Alvear a los 3,7 millones de euros que la galería bilbaína Carreras Múgica pide por una escultura de Chillida de 1998. Pesa 1.500 kilos, es de acero corten, no tiene título y procede de una colección privada. Chillida, con otro acero de 2,4 millones y 80 kilos en Guillermo de Osma (Puerta de la libertad, 1983) , es una de la estrellas del feria junto a Miró. Dos millones pide Mayoral por Femme et oiseau (1960). Leandro Navarro vende por 1,6 millones otra pieza de Miró, Tete aux trois cheveux devant la lune, 1969. Cayón, con otra escultura de Miró por 850.000 euros, pide dos millones por Concetto spaziale (1964), de Lucio Fontana.

En primer término, obra «Sín título» del escultor Chillida, la pieza más cara de la feria.
En primer término, obra «Sín título» del escultor Chillida, la pieza más cara de la feria. Juan Carlos Hidalgo | Efe

La prudencia, los valores seguros y cierta contención se imponen en una cita en la que manda la pintura, aunque hay espectaculares esculturas de Juan Muñoz y Jaume Plensa, y el vídeo y la fotografía son casi anecdóticos. También esas estridentes propuestas que cada año acaparan focos y titulares escasean.

Vista de la obra de Jaume Plensa.
Vista de la obra de Jaume Plensa. Juan Carlos Hidalgo | Efe

De cuerpo presente

Lo más chocante es una pieza que ya tiene cinco años, el cadáver yacente de un Picasso, con su camiseta de marinero, pantalón beis y alpargatas, sobre un catafalco y las manos entrecruzadas en el regazo. Aquí murió Picasso está en la galería ADN y es obra de Eugenio Merino, maestro de la provocación que metió a Franco en una nevera. Oportunista, trae a su Picasso de silicona en el cincuentenario de la muerte del genio malagueño. Su galería pide 45.000 euros por la segunda pieza de la serie de tres que creó en el 2017. Merino añade a Lorca y ofrece por 8.000 euros una máscara mortuoria del poeta de otra serie de tres.

Vista de la obra «Emosido engañado», de Marco Godoy.
Vista de la obra «Emosido engañado», de Marco Godoy. Juan Carlos Hidalgo | Efe

«La efeméride de Picasso sirve para recordar que su figura funciona como reclamo turístico, causando gentrificación en Málaga» explica Miguel Ángel Sánchez, galerista de ADN, «ilusionado y optimista por una gran lista de invitados». En la vecina Max Estrella Picasso es también protagonista. Otro Eugenio, Ampudia, ha fabricado una caseta creando sus paredes, techo y suelos con paneles troceados de un modelo a escala real del Guernica.

Eugenio Ampudia se asoma a su obra «Refugio 2023».
Eugenio Ampudia se asoma a su obra «Refugio 2023». Juan Carlos Hidalgo | Efe

La antibélica y universal tela de Picasso sirve para crear Refugio, esperanzadora caseta que cuesta 50.000 euros. «En un contexto bélico el Guernica es el símbolo antiguerra total», dice el galerista. A su lado, Marco Godoy, joven artista que atesora un archivo de pancartas y compuso un neón protesta usando el famoso meme «Emosido engañado». Otro neón recrea lemas del 15-M: «Va por ti, Lucho». «Trabajo con el lenguaje protesta y recojo frases reivindicativas para que no desaparezcan», dice Godoy.

Muñoz al alza

Entre los contemporáneos, el más apreciado es Juan Muñoz, fallecido en el 2021. Millón y medio de euros deberá pagar quien quiera llevarse la pieza de Muñoz que ofrece Elvira González, con tres de sus hombres carcajeantes colgados en un pared en mudo diálogo. La potente galería David Zwirner ofrecía dos esculturas del recordado artista madrileño en tono a los 800.000 euros. Mas bajo cotiza Plensa con un bronce de 400.000 euros en Lelong y una madera de 325.000 en Senda.

Escultura de Juan Muñoz, en primer término, en la galería David Zwirner.
Escultura de Juan Muñoz, en primer término, en la galería David Zwirner. Juan Carlos Hidalgo | Efe

Las vanguardias históricas vuelven a marcan la pauta y las cotizaciones más altas. Con ellas trabaja Jordi Mayoral, galerista asiduo a la feria que también detecta «una enorme ilusión». Junto a la fabulosa arpillera de Miró de los dos millones, ofrece una campana de bronce de Tàpies de 1996 por 300.000 euros. «En siete años en la feria nunca nos ha ido mal. La sensación es que hay muchas ganas; que después de tanta incertidumbre entramos en una dinámica optimista» coincide con sus colegas.

Obra de Antoni Tàpies, en primer término.
Obra de Antoni Tàpies, en primer término. Juan Carlos Hidalgo | Efe

«Los coleccionistas están desaparecidos», dice De Aizpuru

Comparte diagnóstico Juana de Aizpuru, fundadora de Arco y que vuelve con entusiasmo a su certamen. «Traigo los grandes formatos que me piden los sudamericanos que se instalan en España y se compran casas fabulosas de dos y tres millones de euros», reconoce sin complejos la matriarca de los marchantes. «Los coleccionistas están desaparecidos y los suplen estos adinerados compradores», señala.

La galerista Juana de Aizpuru, en la feria Arco.
La galerista Juana de Aizpuru, en la feria Arco. Juan Carlos Hidalgo | Efe

Espera que uno de estos jacarandosos millonarios se haga con la pieza más cara de su estand, una foto enorme de Wolfgang Tillmans por la que pide 350.000 euros. O un gigantesco y colorido cuadro de Fede Guzmán, de tres por dos metros, titulado Apoteosis de la oscuridad y a un precio de 28.000, fotos de Alberto García-Alix por 16.000, y piezas de los hermanos Markus y Albert Oehlen.

Adaptación

De Aizpuru cree que la feria ha sobrevivido «porque ha sabido adaptarse y encontrar su lugar». «Arco ha cambiado mucho, como la sociedad española en estas cuatro décadas, pero siempre pensé que era necesaria y llegaba para quedarse. Si se hace con un buen planteamiento y no es una parida tiene que funcionar. Y así ha sido», se felicita Guillermo de Osma, otro veterano colega especializado maestros del siglo XX presente en Arco desde hace tres décadas y que detecta también ese entusiasmo que fluye por la feria.

Detalle de un lienzo de María Blanchard, en primer término.
Detalle de un lienzo de María Blanchard, en primer término. Juan Carlos Hidalgo | Efe

«La guerra nos afectó, pero la sensación es muy buena», dice este marchante con piezas tan espectaculares como el Chillida de 2,4 millones y un Léger de 1928, Nature morte, por el que pide 900.000 euros. Por un raro cuadro de la corta etapa cubista de María Blanchard pide 220.000 euros. Frente a él un dibujo de Picasso de 1966, Dos mujeres desnudas, valorado en 350.000 euros, y un temprano y enorme dibujo de Christo de 1973 valorado en 280.000.

Detalle de la obra de Christo en la galería Guillermo de Osma.
Detalle de la obra de Christo en la galería Guillermo de Osma. Fernando Alvarado | Efe

El vasco José de la Mano comparece en Arco 2023 con una propuesta temática, España 1957. Repasa un año crucial en el que imperaban la abstracción y el informalismo. Ha reunido piezas de Pablo Serrano, Néstor Barrenetxea o Antonio Saura, el más caro de su estand, con una tela de 225.000 euros. «Creo que este año hay nivel, que será una edición muy buena. Hay muchos coleccionistas internacionales, que esperamos que sean los que compren, porque el mercado nacional está más bien parado» asegura.

Borja Thyssen y su esposa Blanca Cuesta visitan el espacio dedicado a la galería Ferrotín.
Borja Thyssen y su esposa Blanca Cuesta visitan el espacio dedicado a la galería Ferrotín. Juan Carlos Hidalgo | Efe

En la misma línea se expresa Olga Adelantado, de Luis Adelantado, galería que nunca ha faltado a la feria y que comparte el optimismo con sus colegas. Ofrece dos piezas de Carmen Calvo por 25.000 (No tengo nada que hacer ni pensar) y 17.000 (Mi madre) euros y una gran fotografía de Darío Villalba, La pelea, por 50.000. «Hemos detectado mucho interés, hay buenas sensaciones y mucha energía que percibimos antes de llegar a la feria», anota en su análisis.

La poderosa galería Marlborough ofrece una imponente pieza de la serie Alfaguara de Martin Chirino por 575.000 euros, junto a obras de Soledad Sevilla, de la mexicana Laura Anderson Barbata, Juan Genovés y Lucio Muñoz.

Desde Ucrania con dolor

Arco recibe por primera vez a la galería Voloshyn, de Kiev, que ha mantenido su actividad en la capital ucraniana a pesar de los bombardeos. Situada en un sótano, sus propietarios y clientes la utilizaron como refugio en los peores momentos de la guerra. «Cerramos poco después de la invasión, pero reabrimos en marzo», explica Anna Kopilova, la galerista.

Detalle del espacio dedicado a Ucrania.
Detalle del espacio dedicado a Ucrania. Ricardo Rubio | Europa Press

Es la primera vez que visitan una feria de este estilo y comparecen con obras de dos jóvenes creadores: Nikita Kadam y Mikola Ridnyi. La contestación a Putin con eslóganes antimilitaristas y pacifistas -Stop Putin, Gas embargo on Russia o Decolonize Russia- y el ensalzamiento de las instituciones democráticas y la bandera de Ucrania conectan la obra de ambos artistas. Tanto como el omnipresente negro que está en todas sus piezas, realizadas durante la guerra y que se venden entre los 2.000 y los 7.000 euros.

Mikola dejó Jersón y se trasladó a Kiev, en donde ha seguido trabajando tras la invasión. Nikita ha obtenido una beca para una estancia en Berlín, desde donde factura unas obras ancladas en el patriotismo ucraniano.