Matarile estrena espectáculo: 400 palabras, danza, performance, vídeo, música y luz extrema

Monste García SANTIAGO

CULTURA

Imagen tomada en uno de los ensayos durante esta semana en el Teatro Principal.
Imagen tomada en uno de los ensayos durante esta semana en el Teatro Principal. Xoán A. Soler

El montaje, dirigido por Baltasar Patiño, rompe con la línea habitual de la compañía y puede verse este jueves y viernes en Santiago

25 ene 2023 . Actualizado a las 23:46 h.

Cuatrocientas palabras en 70 minutos. Entre la danza y la performance. El resultado: dramaturgia visual. De esta manera define el espectáculo que estrena la compañía gallega Matarile en Santiago (jueves 26 y viernes 27, Teatro Principal, 20.30 horas), su creador, Baltasar Patiño, uno de los fundadores de la compañía en 1986. Porque con Pussy Cake, Patiño no solo regresa a la dirección escénica, que asume en solitario, sino que también se encarga de la creación, las luces, el espacio escénico, el vídeo y la música. «Es un trabajo muy personal mío, no tiene nada que ver con el Matarile habitual; es una nueva vía que quería abrir ya desde hace tiempo», responde.

El espectáculo tiene su germen hace más de una década, «pero estaba en las entrañas, sin desarrollar», apunta Patiño. Ahora recupera esas ideas, aunque evolucionadas, en una propuesta protagonizada por la actriz y performer Andrea Dunia y las bailarinas Raquel Esteller y Alejandra Balboa. Un montaje que está inspirado, por una parte, en el universo de la fotógrafa estadounidense Francesca Woodman, que se suicidó en 1981 cuando tenía 23 años. Está considerada una de las precursoras del «selfie». «Hago una lectura sobre su obra, que la llevo estudiando mucho tiempo. Es una figura que sigue influyendo en los fotógrafos, en las artes plásticas», afirma Baltasar Patiño. Pero, además, en esta pieza se acerca a la estética de las «cam girls». «Quería trabajar desde hace tiempo con el porno, con la exposición física de los intérpretes. [...] Vamos a hacer un espectáculo donde se enlaza con el porno, pero sin ánimo de provocar ni de inventar nada nuevo. Lo hacemos desde la potencia femenina, no desde la visión del mundo masculino», añade.

El trabajo de las bailarinas y la performer estará acompañado, según avanza Patiño, de una parte visual «muy potente». Ha incluido vídeos, entre ellos, un pequeño documental sobre Francesca Woodman, así como una contundente música e iluminación. «Es uno de los trabajos más extremos que he hecho a nivel de iluminación. La puesta en escena es sencilla, pero muy visual», detalla Baltasar Patiño a falta de afrontar los últimos ensayos para el estreno. También la música «es golpeadora, muy potente». Aúna hip hop, estilo industrial y noise rock. Darán a los espectadores unos tapones para los oídos por si quieren emplearlos.

Después de estas dos jornadas de representación en Santiago, el espectáculo visitará la sala Ártika de Vigo en la tercera semana de febrero. Baltasar Patiño apuntó que también quieren darle vida más allá de los teatros, centrándose en la parte más de «performance» en museos de arte contemporánea y salas de exposiciones. «Este trabajo surge de una necesidad artística. Es un trabajo artístico y está hecho con elegancia», afirma. ¿Se nota el sello de Matarile pese a abrir una nueva vía? «Quizás tenga una huella, pero es el espectáculo que quiero hacer yo. Formé un equipo nuevo dentro de la estructura de la compañía», responde. Para las coreografías del espectáculo contó con Nuria Sotelo e Rut Balbís. Se trata de una propuesta dirigida a mayores de 18 años.